viernes, 17 de agosto de 2012

Una madre











Hasina estaba maravillada ante aquel espectáculo que se ofrecía ante sus ojos. Era una montaña flotante de formas y colores fantásticos que casi la quitaba la respiración. En su país jamás había visto globos tan maravillosos. Mickey Mouse, Bob Esponja, Dumbo, la Abeja Maya, la Pitufina... Grotescas y divertidas figuras que vagamente recordaban a seres humanos. Eligió una que se llamaba Minie Mouse porque le gustó su sonrisa.
Pensó en lo feliz que se sentiría su madre al verla a ella tan feliz con aquel globo. Hasina era una niña pequeña pero pensaba mucho porque la vida le había hecho madurar muy rápido.
Ella y todos los demás niños y niñas se sentían muy dichosos en aquella visita a España. Estaban conociendo paisajes y gentes extraordinarios, costumbres y comidas distintas a las de su tierra.
La noche anterior al regreso, Hasina estuvo un poco triste y pensó mucho en su madre, en aquella madre de la que tanto amor había recibido.
El avión se elevó y pudo contemplar por la ventanilla una franja enorme del Mediterráneo bañada por el sol. Allí abajo España se fue empequeñeciendo rapidamente hasta que una nube se tragó al avión.
Quizá regresase al año próximo o quizá ya nunca jamás a este país tan fascinante para ella.
La entristecía mucho el hecho de no volver a encontrarse con su madre. Su querida madre había sido apedreada hasta la muerte por unos hombres que se decían santos. Su buena madre había pecado. Aún pasarían muchos años hasta que llegase a entender que era imposible entender a aquellos hombres.

4 comentarios:

  1. Por desgracia este relato es la mar de real :(

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  2. Es la vida misma, nuestras vidas que se encargan de estropear los de siempre.

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  3. Es el choque de civilizaciones, unas mas civilizadas que otras.

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  4. Mucho más aunque aquí también hay energúmenos gloriosos.

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