miércoles, 31 de julio de 2013

¡A votaaar, mis bravos!




Damos por finalizada la participación en nuestro estupendo Concurso Veraniego de Relatos Cortos, el cual ha alcanzado su tercera edición.

A partir de ahora procederemos a las votaciones de cada relato. ¡Ojo al parche, tripulación!

- Cada tripulante puede otorgar tres votos, aunque no haya participado.
- Pueden ser a un mismo relato o a varios, a su elección.
- No se puede votar a un relato propio.

Aquí está la lista de relatos:

1- Golpe de calor justiciero
2- EL REGRESO DE LOS DIOSES
3- Un verano candente
4- Un verano maldito
5- El mirón de la montaña
6- El fantasma de playa La Barrosa
7- Amarillo, rojo y verde
8- La suerte de Poncio (Primer relato)
9- Gumersindo: El buen playero
10- La suerte de Poncio (Segundo relato)
11- El baño de Ernesto

Yo lo veo muy reñido, ¡rayos y truenos!
Que gane el relato que más guste a la mayoría, amigos míos, porque como siempre, estamos unidos y esto es un pasatiempo para pasarnos un buen rato escribiendo y leyendo.

¡Vuestra capitana os desea buen viento, sin mar en contra!


lunes, 29 de julio de 2013

El baño de Ernesto



Sus familiares y el equipo de especialistas que le atendían decidieron tener un gran detalle para con Ernesto. El verano estaba siendo muy caluroso y Ernesto echaba de menos aquellos tiempos cuando aún era una persona normal e iba a la playa.
Había que organizarlo todo muy bien para que saliese bien, aunque suene redundante dicho de este modo. No era fácil trasladar a Ernesto hasta la playa, hasta la misma orilla, hasta colocarle en el agua.
Se buscó una playa discreta, poco frecuentada por bañistas, y se programó la llegada a una hora temprana a fin de evitar el exceso de curiosos. Previamente hubo que construir el vehículo en el que se introduciría a Ernesto en el agua, una especie de cama con ruedas que sería empujada por varias personas, pues el peso de Ernesto iba a dificultar el rodaje del carro-cama por la arena. También se diseñó un bañador especial para que el ilusionado bañista se sintiese auténticamente un bañista.
Ernesto era un caso especial de obesidad peligrosa, su peso alcanzaba ya los 318 kilos y los médicos se encontraban con dificultades para operar, pues temían que el debilitado corazón del enfermo no respondiese bien a la cirujía.

"Vamos allá!", gritó Nuria, la psicóloga que dirigía las maniobras del carretón. "Aquí mismo!" Hubiese sido imposible llegar más allá, pues las ruedas quedarían atrapadas en la arena mojada, pero estaban en el punto idóneo para que la marea, que ya empezaba a subir, cubriese parte del cuerpo del especial bañista. Más tarde lo remolcaría un potente land rover para sacarlo de allí.
Y el agua mariná llegó por fin al cuerpo del hombre.

- Oh, el agua, el agua! - exclamó alborozado Ernesto.
- Sí, hijo, sí, el agua! - respondió su anciana madre - El agua del mar, hijo mio!... Qué hermosa es la mar, verdad?!...  Qué hermoso y que grande es el Mediterráneo!" - Realmente su corazón estaba diciendo: "Qué feliz me siento de ver a mi hijo feliz!"
- El Mare Nostrum, como lo llamaban los antiguos romanos, el Mar Nuestro - Apuntó Nuria
Si había alguien feliz de verdad en esta mañana luminosa de Agosto y en toda la extensión que abarca el Mediterráneo desde Gibraltar hasta Siria, eran Ernesto y su madre. Felicidad que les era contagiada a los voluntarios que colaboraban en tan humanitaria acción.

Pocos meses después se apagó para siempre la vida de Ernesto. Su madre le vio sonreír unos segundos antes de expirar, y un hilillo de voz surgió de aquel gigante con corazón de niño: "Oh, el agua, el agua!" Ernesto murió recordando el momento más feliz de su vida.












     Concurso Veraniego de Relatos Cortos número 11

Nº 10, La suerte de Poncio. (Segundo relato)
Nº 9, Gumersindo, el buen playero
Nº 8, La suerte de Poncio (Primer relato)
Nº 7, Amarillo, rojo y verde
Nº 6, El fantasma de playa La Barrosa
Nº 5, El mirón de la montaña
Nº 4, Un verano maldito
Nº 3, Un verano candente
Nº 2, EL REGRESO DE LOS DIOSES
Nº 1, Golpe de calor justiciero 

viernes, 26 de julio de 2013

La suerte de Poncio ( Segundo relato )

Concurso Veraniego de Relatos Cortos. Nº 10

Nº 9, Gumersindo, el buen playero
Nº 8, La suerte de Poncio (Primer relato)
Nº 7, Amarillo, rojo y verde
Nº 6, El fantasma de playa La Barrosa
Nº 5, El mirón de la montaña
Nº 4, Un verano maldito
Nº 3, Un verano candente
Nº 2, EL REGRESO DE LOS DIOSES
Nº 1, Golpe de calor justiciero 







( Alicante o Alacant, bellísima a cualquier hora del día )

Aquel hombre no sólo tenía un bañador antiguo adosado a su cuerpo de cuarentañero bien conservado, también tenía un nombre antiguo o un nombre de hombre antiguo: Poncio.
De niño había sufrido muchas chanzas: "Poncio Pilatos!, Poncio Pilatos!", le gritaban los demás niños; o la pregunta insolente: "Te has lavado las manos, Pilatos?" De todas formas, por eso de que el que no se consuela es porque no quiere, siempre le agradeció a su padre que no hubiese seguido la tradición familiar, porque en tal caso se hubiese llamado "Nicéforo", patronímico que suena mucho peor que Poncio. Está usted de acuerdo conmigo, señor Valdivieso?

- Te digo que fue en Stoke-on-Trent. - repitió una vez más y con gesto de cansancio Poncio.
- No te quieres apear de la burra, Poncio, pero digas lo que digas nació en Straford-upon-Avon. - machacó Vicente.
El resto de los reunidos en la taberna se limitaban a asistir como testigos mudos a la disputa, porque ninguno tenía ni zorra idea del lugar en el que había nacido William Shakespeare, y eso que algunos eran profesores de instituto, como los propios contendientes.
- Vale, hagamos una cosa, consultemos en google y santas pascuas, o quieres primero apostarte algo, Poncio? - inquirió Vicente.
- Sabes que tengo por norma no jugarme el dinero, lo considero un vicio nefasto.
- Bueno... podríamos apostarnos otra cosa.
Habían sido muchas las copas bebidas hasta el momento. Algunos sábados se reunían los profes en la taberna "La majorette catalana" como si fuesen jovenzuelos en una bulliciosa despedida de soltero. El que no estaba separado, estaba divorciado, y el que no era un soltero putero o un reprimido absoluto, se daban todas las variantes.
Y tras nuevos trasiegos de muy etílicos whiskys y gintonics, surgió la gran idea: el perdedor de la apuesta sufriría la humillación de lucir un bañador de la época del charlestón, alquilado en una tienda de disfraces, y pasearse con él a lo largo de la playa de San Juan, que es muy larga, a la hora de más concurrencia playera: la una de la tarde.



  

( Playa de San Juan y Castillo de Santa Bárbara, Alicante )

Y Poncio cumplió su promesa porque era un hombre de honor y porque el descrédito hubiese sido muy grande el caso de echarse atrás.
"Me cago en el infierno, ya se le podría haber ocurrido a Shakespeare nacer en donde yo dije!" - pensó con su extraño sentido del humor mientras soportaba las miradas hirientes de los bañistas y las risotadas de los adolescentes.
Su esposa, María Isabel, no intentó disuadirle de hacer este ridículo porque sabía muy bien que una palabra de honor era algo sagradísimo para Poncio.
Vicente le observaba desde el castillo con unos prismáticos, dispuesto a dar fe de que cumplía su promesa. Pero otros tertulianos de "La majorette catalana", los más cabroncetes, le hicieron fotos y grabaciones en video desde muy cerca. Hay que ver lo que le gusta a la gente simplona regodearse de la desgracia ajena!
Vicente quedó fascinado: Cuando Poncio había cubierto toda la distancia de la playa, fue abordado por una mujer morena con una anatomía de quitar el hipo. "Jo, que pedazo de gachí!", se dijo el muy puteril Vicente pasándose la punta de la lengua por el labio superior. Siguió observando durante un rato largo la inesperada escena. Aquella hermosura de larga melena negra y su colega Poncio no tenían ninguna prisa en despedirse. "Jo, es posible que haya ligado con esas pintas?!"


Varios días después

Poncio y María Isabel eran en ese momento la pareja más feliz de Alicante y sus alrededores, incluída Murcia. Aquella mujer aparecida en la playa había llevado la alegría a su hogar. Cristina Falconetti le dijo a Poncio que en su agencia de publicidad buscaban un modelo muy especial, alguien que luciese "con dignidad" los nuevos modelos de bañadores de la firma "Bañadores Océano", la que había contratado los servicios de "Imaginary and Entertaining Company"
Cristina mostró al cliente fotos de Poncio y les propuso una idea que aceptaron de inmediato: Se vería a Poncio con el bañador antiguo y con los nuevos bañadores Océano. Y el eslogan de la campaña ( porque se trataba de una gran campaña! ) vendría a decir algo así como: "El que puede lucir con tanta dignidad y prestancia un bañador de la época de nuestros abuelos, también puede lucir los innovadores bañadores Océano 2.013"
María Isabel y Poncio estaban locos de alegría porque la cifra era de locura para ellos: 20.000 euros, demasiado para un matrimonio con hijos que vivía del mísero sueldo de profesor del marido. La campaña incluía varios spots televisivos, vallas en las calles, marquesinas de autobuses, centros comerciales, folletos...
"Ja, ja, ya no se ríen el capullo de Vicente y resto de la pandilla!"
Los planes de Poncio y María Isabel eran tan prácticos como maravillosos: Pagar todos los pufos, comprar una cama nueva, empapelar la habitación del crío pequeño, cambiar la cocina, arreglar varios desperfectos del baño, cambiar de coche, comprarle la moto a su hija Merceditas, pedir la excedencia en el instituto para escribir una novela y hacer un viaje a las Bahamas.
El día siguiente iba a ser el gran día, Poncio estaba citado en Imaginary and Entertaining para firmar el contrato.

Sonó el teléfono.

- Siento darte una mala noticia, Poncio - era la voz de Cristina, pero sin el tono animoso de los días anteriores - al final has sido rechazado para la campaña. Siento que te hayas hecho ilusiones, Poncio, pero este mundillo suele ser así. Yo he luchado hasta el último momento para que fueses tú, pero...
- Pero... por qué? - balbució Poncio.
- El realizador se niega a utilizar un doble para los planos en los que apareces nadando. Dice que esos planos son muy importantes para él y que debe hacerlos un modelo que sepa nadar. Por lo tanto nos vemos obligados a convocar un casting. Este tío es un indeseable, pero nos tiene pillados por los huevos, hemos firmado varias campañas con él. Es un alemán muy cabrón, y ya sabes que hoy en día mandan los alemanes en Europa. Y la putada añadida es que los de los bañadores se han puesto de acuerdo con él - Hizo un silencio, suspiró. - Poncio, lo siento muchísimo, me has caído muy bien y yo te vi desde el primer momento como el modelo ideal para esta campaña. Poncio..., Poncio, sigues ahí?...

Seguía y no seguía. Estaba patidifuso, alelado, medio muerto... o muerto entero. Ya lo saben ustedes, la suerte se muestra cambiante, esquiva, remolona, jodedora,  caprichosa... Es muy suya.

miércoles, 24 de julio de 2013

Gumersindo: El buen playero

Concurso Veraniego de Relatos Cortos Nº9

Nº 8, La suerte de Poncio (Primer relato)
Nº 7, Amarillo, rojo y verde
Nº 6, El fantasma de playa La Barrosa
Nº 5, El mirón de la montaña
Nº 4, Un verano maldito
Nº 3, Un verano candente
Nº 2, EL REGRESO DE LOS DIOSES
Nº 1, Golpe de calor justiciero 



Yo, Gumersindo, disfruto de los veranos yendo a la playa. 

Me voy a una playa cualquiera, y al poco tiempo tengo problemas con los playeros de la zona. Discuto con ellos, me hostigan, me hablan mal... son unos malos playeros. Y lo peor de todo es que hay otros playeros, muy pero que muy malos, que los apoyan. Incluso una niña con la que me crucé un día de camino a la playa está con ellos.

Me voy a otra playa, y otra vez lo mismo. La plaga de los malos playeros. Me atacan y se meten conmigo. Son agresivos, están enfermos... y mientras insisto en que soy un buen playero, me voy cambiando de playa. Cambio de mares, de océanos, de ríos y de lagos, pero más tarde o más temprano, lo mismo: la plaga de los playeros que no me dejan en paz. Esos malditos playeros que no me comprenden.

Pasan los veranos, y no importa la playa a la que vaya, siempre acabo teniendo problemas. Aprovecho la Comunidad de blogs de El Periódico del Prat para hacer saber al mundo mi situación de víctima.

Tras quinquenios de malos playeros que jamás me entendieron ni me toleraron, deduzco, según mi sana e irrefutable lógica, que el problema no está en mí, sino en los playeros.

¡Malditos playeros!

La suerte de Poncio ( Primer relato )

Concurso Veraniego de Relatos Cortos Nº 8

Nº 7, Amarillo, rojo y verde
Nº 6, El fantasma de playa La Barrosa
Nº 5, El mirón de la montaña
Nº 4, Un verano maldito
Nº 3, Un verano candente
Nº 2, EL REGRESO DE LOS DIOSES
Nº 1, Golpe de calor justiciero





Comprobarán ustedes si Poncio es un hombre de suerte o no lo es, es decir: un hombre con buena suerte o con mala suerte. Veremos que la suerte es cambiante, esquiva, remolona, jodedora, caprichosa... lo que quieran. Es muy suya.
Pero dejemos a este Poncio, al que todavía ni siquiera conocemos ( aún no le he dado ni una pista a la sagaz Doña Leona ) y vayamos con otro personaje del relato, "el otro" personaje del relato, pues el resto son comparsas. En un relato es más fácil ahorrarse personajes que en una peli. ( En el anterior me sirvió con un matrimonio dicharachero y la colaboración de un toro y un cabo de la guardia civil ) Bueno, miento, también aquí hay una colaboración especial: Vicente )

Vista superficialmente es una tía buena en bikini de color malva, tumbada boca abajo sobre una toalla playera con motivos marineros, ( delfines felices y barquitos veleros ) larga melena negra recogida con un lacito a juego con el bikini, piel muy morena y un libro bajo su mirada atenta, la última novela de la autora de ficción histórica Teresa Coscojuela: "Santiago Matamoros contra los invasores de Reticulín"
Si nos acercamos mucho más leeremos su nombre en el DNI que guarda en el bolso: Cristina Falconetti Garmendía, 37 años, hija de Paolo y Jesusa, nacida en Torrejón del Jodorrio, Madrid. Esta belleza playera es española de madre idem y padre italiano, y trabaja en la empresa de creativos publicitarios "Imaginary and Entertaining Company", un nombre muy español si se traduce.







( Imágenes playeras para dar un poco de colorido al relato. En las fotos de más arriba: Alicante, lugar en donde transcurre la historieta )



"Muere, reticuliniano infiel!", y de un certero espadazo segó la cabeza del humanoide escamoso que se negaba a abrazar la fe en Cristo Nuestro Señor" A pesar de lo interesante de narración coscojuelana, Cristina alzó la mirada porque la gente de las toallas y sombrillas próximas estaban haciendo comentarios en voz alta sobre un extraño individuo que caminaba por la orilla, entre los bañistas y las sombrillas de la "primera línea de playa", la de las familiadas madrugatas. Pronto adivinó el motivo del chismorreo. Hasta entonces había visto de todo a la playa: ligones playeros con musculitos y sin musculitos, barrigones deprimentes, imbéciles jugando a la pelota o con perros, pederastas babeando delante de los niños, emigrantes vendiendo gafas de sol o cedés... Pero aquello era inédito para ella, y para todo el mundo, aquello no lo había visto jamás porque aquello no se veía desde "los locos años veinte" El caballero en cuestión vestía un bañador como los que se usaban en el primer cuarto del pasado siglo. Cristina se puso a cavilar, pues a fin de cuentas era lo suyo como creativa: Publicidad de alguna discoteca?, un amante de la moda camp?, alguna firma de bañadores tratando de "regresar" a esta moda primitiva?, o quizá simplemente un excéntrico o loquito actuando por su cuenta?...




Pero esta vez falló la perspicacia de la publicista, ya que no se trataba de nada de eso. Admiró, eso sí, la gallardía y la serenidad con la que paseaba aquel hombre, sin inmutarse, como si no fuese el centro de todas las miradas y comentarios. Aquel sujeto encerraba algún misterio y Cristina se quedó con las ganas de saberlo. Su mirada no era la de un loquito, le pareció un hombre templado e incluso inteligente. Por qué se paseaba por la playa con un bañador de la época de maricastaña?
Tuvo una brillante idea que la impulsó a seguirle, pero el individuo ya se había perdido entre la multitud de playeros que colmaban la playa de San Juan en Alicante. No obstante recogió la toalla, se puso la chanclas e inició la búsqueda. Debía encontrarlo a toda costa, era el hombre que necesitaba!

Aquí concluye un relato para concurso, pero la historia tiene su continuidad en el siguiente relato para concurso, je, je!, es decir: son relatos independientes para los votantes, pero se complementan en el posible interés que suscite la historia para los lectores. ( En cuanto una historia se me alarga un poquito, me veo obligado a trabajar así, Doña Leona, usted lo sabe. Pero si hay un poblema, con poner ambas partes fuera de concurso, solucionado )