jueves, 16 de agosto de 2012

Pesadilla de muchas noches de verano












- Quiero un helado de chocolate!... Quiero un helado de chocolate!... Quiero un helado de chocolate!...
   - Quiero un helado de chocolate!... Quiero un helado de chocolate!... Quiero un helado de chocolate!...
- No, no y no!... No y mil veces no!
No estaba dispuesta a que se convirtiese en un niño consentido ni a que le volviese a doler el estómago.
- Quiero un helado de chocolate!... Quiero...
Se despertó sobresaltada, empapada en sudor, tremendamente fastidiada por la repetición de aquella pesadilla atroz. Y también se despertó su marido.
- Otra vez la pesadilla, cariño?
- Sí - Suspiró y se levantó a abrir un poco más la ventana. Tenían estropeado el aire acondicionado y no entraba una pizca de aire en la casa. - No es normal, Carlos, no es normal... Todos los veranos la misma historia.
- Ya, y el año pasado no te sirvió de nada ir al sicólogo.
Siete años llevaba Esther sufriendo la misma pesadilla, siete veranos, siete agostos.
Retrocedamos estos siete años:

- Quiero un helado de chocolate!... !Quiero un helado de chocolate!
- Me da igual como te pongas, Carlitos, no estoy dispuesta a que te vuelva a doler el estómago otra vez. Ya has tomado muchas chucherías esta mañana.
- Pues yo quiero un helado de chocolate!
Esta vez se enfurruñó más de la cuenta. Soltándose de la mano de su madre, echó a correr por la acera.
- Carlitos, ven aquí!
Al llegar al cruce no se detuvo. Atravesó la calzada sin advertir que se acercaba una moto a gran velocidad. La moto le atropelló y murió en el acto. El motorista resultó ileso.

Y todos los meses de Agosto, desde hacía siete años, Carlitos volvía a pedir su helado de chocolate en las pesadillas de su madre.
- Ya sé que no te gusta, Carlos, pero voy a consultar a una bruja, ya no me queda otra cosa que hacer.

"Esmeralda de Dios" tenía muy buena reputación como sanadora de cuerpos y almas, llegando allá a donde no llegaban los curas ni los médicos. Enseguida dio con la solución:
- Debes acudir a la heladería más próxima al lugar en donde murió tu hijo y comprarle un helado de chocolate.
- Y qué hago con el helado?
- Nada, dejas que el sol lo vaya derritiendo en tu mano. El niño entenderá que ya tiene su helado de chocolate y no volverá a molestarte, pues dejará de ser un alma en pena para unirse a otros espíritus más elevados.
No quiso que pasase más tiempo. Esa misma mañana se presentó en la Heladería La Antartida y pidió un helado de chocolate (con dos bolas para que Carlitos estuviese más contento) Salió de la heladería y fue caminando muy pendiente del helado. Se veía un poco absurda sin poder chupar aquel sabroso dulce. Atravesó la calzada sin advertir que se acercaba una moto a gran velocidad. La moto la atropelló y murió en el acto. El motorista resultó ileso.
Carlitos ya tenía su helado de chocolate.

                                                             FIN

5 comentarios:

  1. Cada día sufro un nuevo hostión de la informática. Ha desaparecido mi relato "Vicentín en la playa"

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  2. Ese relato que menciona estaba guardado en borrador, lo encontré allí y lo devolví a su sitio.
    Tiene usted un espíritu burlón tocándole las narices, Don Boni.

    ¡Atiza!, con el del helado se debe haber inspirado en Stephen King por lo menos, ¡uf!

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  3. Yo creo más bien que es un espíritu hijoputa, utilicemos una terminología más actual.
    Estoy leyendo a Stephen King ahora ( "Carrie) pero no sale nada parecido a lo del helado, je, je!, aunque a lo mejor estoy impregnado de su talante fatalista.

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  4. El tipico niño cabrón, ni muerto deja de incordiar

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  5. Voto otrorgado a este relato por ADOGI.

    http://comunidadblogsperiodoco.blogspot.com.es/2012/08/votaciones.html

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Lamentamos que exista moderación de comentarios, pero es necesario debido a ciertos anónimos muy persistentes.