sábado, 19 de julio de 2014

Concurso Veraniego de Relatos Cortos 2014

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Autor: Iñaki Zurbano Basabe

 Fieras en la playa

Fernandito Santibáñez era un crack, se desvivía por los demás. Al bueno de Fernandito le podríamos definir como un cincuentañero con sentimientos de niño bueno. En verano ayudaba a poner las mesas y sombrillas de algunos chiringuitos de la playa, o hacía de "hombre anuncio" recorriendo el paseo marítimo con un cartelón colgando. Y ya no diré más sobre Fernandito porque podría destripar el final de la historia.


La playa de Valdemares de Santa Rosaura era de arena blanca muy fina, embellecida con palmeras grandes y pequeñas que la separaban del paseo, y en verano adornada con sombrillas de todos los colores y publicidades.
En los últimos veranos abundaban las bañistas con las tetas al aire, pues el fallecimiento del anterior párroco troglodita había relajado las costumbres valdemaresenses y ya no acudían a la playa las viejas beatas a rezar el rosario ante las bañístas impúdicas.


Cierto día agosteño de 2.014 sucedió algo aparatoso. Cundió el pánico entre la población bañista porque apareció un león en la playa. El "Gran Circo de Kazakhstán" se había instalado en el pueblo días atrás, y en su repertorio incluía animales: leones, caballos enanos, un "burro inteligente" y un gorila. El gorila, el pobre, sólo vegetaba en el interior de una jaula herrumbrosa de reducidas dimensiones.
La desbandada de bañistas dejó la playa más vacía que cualquier día de invierno. Con lo que se habían esforzado algunos para pillar buen sitio en primera línea de playa, je, je!...
El león era muy viejo y estaba mermadísimo de facultades, tanto que lo que menos le apetecía era devorar bañistas. Su único delito había sido aprovecharse de que su cuidador se había dejado la puerta de la jaula abierta después de hacer la limpieza. Los demás leones estaban echando la siesta y no se percataron de la novedad.
Una sola persona se había quedado en la playa, desafiando el peligro y protegiéndose de la fiereza del sol bajo una sombrilla rojigualda. Era el más facha del pueblo, Don Aurelio Torregrosa, comerciante jubilado, un hombre gordinflón, nostálgico del franquismo y más enemigo de Rajoy y compañía que de los "sociatas"
Don Aurelio se sentía un héroe en estos momentos. Extrajo de su bolso de deportes con pegatinas de Franco y del águila imperial su pistola Astra para la cual contaba con su preceptiva licencia ( La tenía por si en alguna ocasión necesitaba utilizarla para defenderse de algún "maldito emigrante" ) y se dispuso a plantar cara al león a pecho descubierto, y nunca mejor dicho, si bien Don Aurelio tenía pechos, en plural. Quitó el seguro del arma y apuntó al felino, que ya estaba sólo a unos ocho metros de él.
Un segundo antes de apretar el gatillo le llegó el ulular de varias sirenas policiales. Mientras dudaba entre disparar o no disparar, vio acercarse por la arena a varios municipales y a un individuo que tenía pintas de "maldito emigrante" El individuo era el domador de leones, y aunque sabía que podía llevarse perfectamente a "Simba" sujeto con una cadena, como si se tratase de un perrito, hizo el paripé de cara a la galería. Le disparó un dardo con un fuerte narcótico que le durmió. "Simba" cayó al instante en brazos de Morfeo. Se lo llevaron al circo en una furgoneta, mientras aprovechaban para hacer su ruidosa publicidad: "Fieros leones de Bengala, antipodistas rusos, la bellísima trapecista Miss Taylor!..."


Los días siguientes fueron una pesadilla para la familia circense, pues tuvieron que aguantar los "escraches" de varios colectivos de defensa de los animales que llegaron desde distintos puntos de la provincia. "A-QUI-SE-TOR-TU-RA!... A-QUI-SE-TOR-TU-RA!...", gritaban los "escrachistas".
Pero el negocio no se resintió porque se había corrido la voz de que actuaban dos contorsionistas y una trapecista a las que "casi se les ve todo" ( La trapecista se anunciaba como Miss Taylor, pero en realidad era una alabeceteña llamada Enriqueta Terradillos )
Don Aurelio tuvo que aguantar el sarcasmo de un periodista local muy cachondo, un "maldito rojo" en opinion del interesado. El plumilla dijo en su crónica que "Don Aurelio no se arredró ante la fiera, como Carrillo, Suárez y Gutiérrez Mellado ante Tejero" Al facha esto le jodió lo indecible porque para él el héroe del 23F había sido indiscutiblemente Tejero. Pero fue desagraviado por sus incondicionales. Los fachas de Valdemares de Santa Rosaura le homenajearon con una suculenta paella para que engordase su estómago además de su ego.


Y tan sólo cuatro días después ocurrió otro aciago suceso similar al anterior, con la diferencia de que esta vez el final fue trágico. Apareció un gorila en la playa. Nueva desbandada de playeros. Y nuevamente Don Aurelio se creció en valentía, pero esta vez no estaba dispuesto a que le arrebatasen la pieza. No esperó a que el gorila se acercase. Levantó sus orondas carnes de la resistente silla plegable y caminó sudoroso hacia la posición en la que se encontraba el gorila, pistola en mano, decidido, enfebrecido, ansioso por matar... !
El gorila se había quedado pasmado porque no se esperaba tal desbandada de humanos. Don Aurelio llegó hasta él y le apuntó al corazón. Un sólo disparo sirvió para derribarlo, pero quiso asegurarse y le dio el tiro de gracia, balazo en la cabeza y adiós gorila!
Miró con orgullo hacia la multitud que le observaba desde el paseo. "Je, je, para que luego habléis mal de los patriotas que portamos armas. Os he salvado de un peligro latente, rojos maricones!"
Pocos minutos después llegaban los policías y los sanitarios. Bajo el disfraz de gorila descubrieron el cuerpo inerte de un hombrecillo cuyo error había sido presentarse en el lugar equivocado con un disfraz muy bueno. Algo parecido a lo del león, pero con un final peor, y eso suponiendo que el león viviese una feliz existencia durante su tiempo en el circo, antes de que decidiesen abandonarlo en una cuneta.


Fernandito convenció al dueño del chiringuito "El gorila playero" para que le comprase el mejor disfraz de gorila que vendían en una tienda especializada de la capital. "Ya verá usted, Don Sebastián, va a ser una promoción estupenda!"
Fernandito llegó a la playa bajo la piel del gorila, y antes de que pudiese gritar "Chiringuito El Gorila Playero, perscaíto frito todos los días!", vio que algunas personas echaban a correr. Creyó que lo hacían de broma y les siguió la corriente dándose golpes en el pecho, como King Kong. Hasta que vio a Don Aurelio apuntándole con una pistola. Y justo cuando iba a decir: "Hola, Don Aurelio, soy Fernandito"... BANG!!

Don Aurelio está a la espera de juicio, pero todo parece indicar que quedará en libertad. Su abogado alega legítima defensa, dado que nadie sabía que aquello era un disfraz.
Fernandito Santibañez fue despedido como un héroe. Incluso tocó en su funeral la banda de música de Valdemares de Santa Rosaura.
Los bobos de siempre, que son muchos, dijeron que el circo aquel tenía gafe. Ya no quieren acordarse de las dos contorsionistas y la trapecista a las que "casi se les ve todo"




3 comentarios:

  1. ¡Otia! un relato de los que usted nos suele obsequiar, con muerte de inocentes, ¡uf!

    Un poco largo, amigo mío. Disculpe que lo repita aquí, pero es para que lo sepan posibles participantes, que luego se les quitan las ganas creyendo que han de emularlo.

    Llevar armas encima cuando no se es miembro activo de ningún cuerpo de seguridad, sólo lo hacen los que están desando usarla por un quítame allá esas pajas, como una discusión de tráfico por ejemplo, lo cual ha sucedido más de una vez desgraciadamente.

    ¡Feliz finde!

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  2. Gracias mil, señor director!... pero no es para tanto.

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Lamentamos que exista moderación de comentarios, pero es necesario debido a ciertos anónimos muy persistentes.