jueves, 24 de julio de 2014

Concurso Veraniego de Relatos Cortos 2014 (0-2)

Pinchar aquí para ver las normas del concurso.
 
Relatos anteriores:

1- Fieras en la playa. De Iñaki Zurbano Basabe
2- Llegado el verano. De Enriqueta Jiménez Herrera
3- Empanada gallega. De Iñaki Zurbano Basabe 

0- Sadismo en el hospital. De Leona Catalana (Fuera de concurso)

4- El verano de Rupertina. De Enriqueta Jiménez Herrera

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Autor: Leona Catalana (Fuera de concurso, no se le puede votar)

Un ángel veraniego

Rupertina empezó un nuevo verano, dedicada en cuerpo y alma a las que llamaba sus 'abuelillas' y por las que se desvivía de todo corazón.

- ¡Rupertinaaa! ¡Rupertinaaa! -la llamaban cuándo no la oían trastear.
Y Rupertina acudía deprisa, con una enorme sonrisa y un gesto amable, tranquilizando a las ancianas y asegurándoles que en cuánto terminara la faena se sentaría un ratito con ellas para charlar.
Siempre cumplía su promesa y los días transcurrían felices para Rupertina y sus abuelillas, ella cocinando lentejas y macarrones y las ancianas contentas de tener compañía y quien las cuidara en su propia casa, en vez de ir a una residencia fría, impersonal, teniendo que desprenderse de sus muebles, fotografías y recuerdos.

Un día, acabadas las tareas, salió con María al jardín. La anciana cosía el dobladillo de una funda de cojín que había confeccionado para el sofá. Mientras charlaban, Rupertina vió algo sospechoso cerca. No sabía qué era, no veía nada entre las hierbas, pero notó "algo". Sin dejar de escuchar a la anciana, fijó la vista donde le había parecido ver algo que no debería estar.

- Pues cómo te decía, Rupertina, una vez...
- ¡Ya lo tengo!
- ¿Qué? ¿Ya sabes quien me robó la sortija? -María no entendía.
- No, no. Que ya tengo al bicho.
- ¿? ¿Qué bicho? ¿Ese señor del que me cuentas cosas? ¡¿Está en el jardín?! -María se alarmó porque Rupertina le había contado lo del culo del "bichejo"- ¡Jesús, José y María!
- No, no se asuste, sólo es un gatito.



- ¡Ah! bueno, -suspiró María- los gatitos no tienen culo.
Rupertina no oyó tamaño dislate porque ya se había levantado y se acercaba al minino. Se dejó coger dócilmente y aceptó muy contento las caricias de la cuidadora.
Con él en brazos, Rupertina se acercó a María y se lo enseñó, tan orgullosa como si fuera un hijo suyo.
La anciana pidió cogerlo y cuando lo tuvo en brazos y vió sus ojillos pidiendo cariño y refregándose en su pecho con mimos, sólo pudo decir una cosa: ¡Me lo quedo!

Y así fue como Rupertina, aparte de dar su cariño durante unas horas diarias, también consiguió que una de sus abuelillas tuviera compañía y cariño a todas horas, sin horarios ni fechas.

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Relato dedicado a las abuelillas de Enriqueta para que les cuente algo sin culos y tetas, je je je...

AVISO

Se han establecido un par de cambios en las normas del concurso, concretamente en los puntos 5 y 6.
En el primero se ha alargado la fecha límite de presentación al 7 de septiembre y en el segundo, a petición de parte de la tripulación, éstos, los socios de la fenecida Comunidad, y dado que de momento no se ha hecho un cambio en la página, mantienen sus derechos de votación aunque no participen. (Tranquilos, como mucho, votará uno, je je je...)

Firmado, la Capitana




1 comentario:

  1. Simpatiquísimo relato!... "Rupertina" se está convirtiendo en la estrella de esta edición de los relatos veraniegos. Enhorabuena!

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Lamentamos que exista moderación de comentarios, pero es necesario debido a ciertos anónimos muy persistentes.