sábado, 11 de mayo de 2013

Anécdotas de un mejillón y una leona (XXV)

Aventuras majoreteriles en Murcia. Tercera parte y final.




La foto no corresponde a las Majorettes de Barcelona. Nuestras bragas de uniforme eran las llamadas mitukas, que no dejaban nada a la vista, pero se la dedico a Don Mencigüelo con un guiño, je je je...
La foto de nuestras mitukas, mostradas por Milagros ya la pondré cuando toque narrar la actuación de aquel día en Martorell (Barcelona), un día de Navidad.

Seguimos en Murcia. Nos dieron fiesta durante la tercera mañana, mientras en la ciudad se celebraban otros actos. Salí a pasear con unas cuantas compañeras y un coche con tres ocupantes me invitó a acompañarles. Ya los conocía de la cafetería del colegio, estuvieron allí la noche anterior.
Hay que tener en cuenta que yo era más adulta y ellas unas niñas. Hubo una pequeña charla, debatiendo si debía acceder o no. Una de ellas convenció a las demás de que podía ir con ellos, eso sí, memorizando la matrícula del coche por si acaso.

Fui y me llevaron por lo más granado de la ciudad. Yo iba haciendo preguntas del tipo "¿No hay Metro?". "No. Murcia es pobre...".
Luego fuimos a tomar un apertitivo y finalmente me dejaron en el colegio. El que conducía el coche era mayor, otro algo menos, y el tercero era joven, el que más se interesaba por mí.

Aparentemente no tuve problemas por mi acción, nadie me preguntó dónde había estado ni con quien. Juanito y Roberto no dijeron nada.

Por la tarde recuperé mi condición de solista. Finalizamos por la noche, y como era costumbre, montamos en el autocar sin cambiarnos de ropa, directas a Barcelona.
Estaba sentada en el vehículo, cuando mi hermana me llamó la atención, señalándome a unos militares, uno de ellos haciéndome señas. Vaya, era un usuario habitual de la discoteca 'Dragón Rojo', en mi barrio. Me llamaba para que bajara. Calibré el tiempo que aún nos quedaba para poner el motor en marcha, ya que nos podíamos dormir allí hasta que lo hiciera, y bajé. Total, no me movi de al lado del vehículo, si zarpaba, mi propia hermana podía decir que estaba en tierra.
El paracaidista me besuqueó y fardó ante sus compañeros. "Qué morro", pensaba yo, ya que en la discoteca nunca me prestó atención, je je je... Lo que hace ir de uniforme, ¡juas!
Charlamos un rato y me citó en el 'Dragón Rojo' para la semana siguiente en que tendría permiso.

Finalmente subí al autocar y éste arrancó. Hicimos una breve parada en el colegio para cargar nuestras maletas, preparadas desde la mañana y por fin pusimos rumbo a Barcelona.
Iba ensoñada, mirando la carretera oscura, pensando en mi camita para descansar, cuando un coche de la Guardia Civil nos hizo luces y acabó parando delante nuestro cuando nos detuvimos.
Todas nos levantamos de nuestros asientos, deseosas de saber qué pasaba. Juanito habló con uno de los agentes y luego subió al autocar, ladrando algo a la capitana. Esta pasó lista nuevamente (ya lo había hecho cuando nos detuvimos frente al colegio para que cargasen las maletas). Pues sí, nos faltaba una. Estaba en el colegio, el personal fue quien llamó a la Guardia Civil para avisar.

Otro error de la empresa Carrera. Aquella chica había pedido permiso a la capitana para ir al baño y esta se lo concedió, pero no se preocupó de constatar que había vuelto. Burros por aquí, burras por allá...
Encima, a la pobre chica le cayó un palo de reproches, cuando la culpa era de la capitana y de Juanito, inútiles totales.

¿Y la SS femenina? Pues sí, hizo su tarea a conciencia. Le contó a mi madre un montón de burradas. Recuerdo que mi madre me dijo una frase que le había soltado esa: "¡Señora, su hija sabe más que yo...!".
Pues vale, eso seguro que sí, aunque no en el sentido que la carcelera le daba.
Lo gracioso es que mi señora madre quiso acoquinarme, asegurando que el señor Carrera tenía intención de echarme del grupo por mi comportamiento. Mami era tonta, evidentemente, no contó con que yo, creyendo que era verdad lo que me había dicho, envié una carta al viejo, explícando todo lo que había pasado en Murcia y mostrándome asombrada por su decisión.
Entonces fue a mi madre a quien le cayó un palo, reprochándole utilizarle, puesto que él no sabía media palabra de nada y no tenía intención de prescindir de mí.
Nunca vi a mi madre tan avergonzada. Y la carcelera pronto desapareció. La sustituyó la madre de otra majorette, ambas muy simpáticas.

¡La Rueda, amigos míos!


5 comentarios:

  1. Vaya, la da a usted una alegría el paraca y luego la joroban el viaje. Sin duda la capitana y Juanito eran unos berzotas de catálogo.
    Me gustan más las braguitas de estas imagen que las famosas miukas, y eso que no conozco las miukas, je, je!
    Terminarían ustedes llevando un autocar para majorettes y otro para madres, no?, jo!
    La he dejado tres nuevos comentarios en el de abajo.
    Que se de maravillosamente la semana que empieza!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Con lo que cuento, ya se puede hacer una idea...
      Bueno, Juanito era muy buen tipo, en cierta ocasión fui a su lugar de trabajo para aclarar algo respecto a su padre, que mareaba al santo Job y me atendió muy bien, hizo mi encargo y me contestó al día siguiente.
      El problema eran los padres, jactándose de mil y una, asegurando que se trataban de tú con Chicho Ibáñez Serrador, etc., pero llevaban la empresa fatal y claro, Juanito no se partía los cuernos precisamente, hacía lo que estaba acostumbrado porque tenía su propio trabajo y lo de las Majorettes era por echar una mano.
      El hermano mayor era más meticuloso, pero venía de higos a brevas porque estaba casado y con hijos. Sólo cuando hacía falta más gente, con grandes desfiles de muchas unidades.
      También había una hija, pero no iba nunca a las salidas, se quedaba en el domicilio repartiendo uniformes y trebejos porque su madre no daba pie con bola y el padre no salía nunca de su despacho.

      No, nunca venía más de una madre como responsable de las chicas, ya digo que a la SS la sustituyó otra.

      He leído sus comentarios abajo y le he contestado al último.

      Gracias, mi hijo está aquí, así que mi semana ha empezado bien. ¡Igualmente!

      Eliminar
    2. Gran felicidad para una madre que el hijo ya independizado la visite!

      Los más mindunguis son siempre los que presumen de tener amistades importantes y esa debía ser la característica que más definía a los padres de Juanito. ( Yo me llevo muy bien con Don Francisco I, pero no lo vaya usted contando por ahí que no me gusta presumir )

      Feliz martes!

      Eliminar
  2. La mitica discoteca Dragon Rojo del Hospitalet, hasta yo fui una vez

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo tenía allí el "cuartel general".
      El dueño me encargó bordar el dragón en el bolsillo de la camisa de los seguratas.
      Una camisa por empleado, el tacaño. Uno de ellos se compró otra y me la dió a bordar para tener dos y poder lavarlas con tranquilidad.
      Otro me pidió que le confeccionara un kimono y pantalón de raso negro con el dragón bordado en la espalda porque yo lucía uno.

      También me pidiron carteles anunciando "Pida un combinado Dragón Rojo" para el espejo de la barra.

      Ahora, desde que cerró, es un supermercado Caprabo y me hace gracia porque conozco el edificio, sé el espacio que hay tras cada puerta privada, je je je...

      Eliminar

Lamentamos que exista moderación de comentarios, pero es necesario debido a ciertos anónimos muy persistentes.