- Qué caramba- se dijo- la última vez que fuí no tenía pelos en las piernas y creo que está llena de tías buenas...
Y allá que se fue, pedaleándo en su bici.
Cuando las ruedas tocaron arena se apeó, la dejó apoyada en una especie de poste que se elevaba sobre una superficie de cemento con agujeritos, y se dirigió a la arena, recostándose en ella, más feliz que una perdiz.
Nuestro hombre disfrutaba del sol y de las vistas, abuelas socarrimadas como lonchas de panceta y con el tetamen al aire. Quedó un poco perplejo, pero se recuperó prontamente al observar que nadie prestaba atención a lo que él atribuyó un fenómeno paranormal. "Los tiempos cambian", pensó frotándose la nariz y dispuesto a no dejarse sorprender por nada.
En esas estaba, con sonrisa bobalicona, que recibió un impacto en el cogote y no pudo evitar dar un tremendo bote al tiempo que buscaba al agresor mientras aferraba el arma con manos temblorosas.
- Tío, dame la pelota- le dijo un chaval de unos diez años. Y Adalberto se quedó pensando si tenía algún hermano o hermana. Cuando llegó a la conclusión de que era hijo único, el pequeño monstruo ya estaba lejos y se había llevado consigo el arma mortifera de destrucción masiva.
Volvió a tenderse en la arena, aunque con cara de vinagre. Al fin y al cabo, era la suya habitual y poco le había durado la supuesta felicidad playeril.
Se durmió. Y soñó.
¡Dioses de los sueños!
Se vió siendo el capitán Jack Sparrow, terror de los Siete Mares. Y un puñado de islotes desiertos sin nada que ver ni comer, ni vacaviejas grasientas untadas en salsa china ni ná.
Le despertó de sus ensoñaciones un tremendo ¡CHUNDA CHUNDA! que le hizo saltar sobre la arena.
- ¡Dios mío! ¿Ya es el fin del mundo? ¿No era el nosécuántos de diciembre del 2012? ¡Confié en el director de El Periódico de El Prat y me ha engañado!
Un somero vistazo alrededor le indicó que ná, que no se acababa el mundo. Al contrario, los jóvenes del aparato del ¡CHUNDA CHUNDA! estaban la mar de vivos y culebreantes, aunque nuestro Adalberto lo dudase un poco en principio, pensando que eran espéctros de Satanás, pero como el resto de bañistas no se inmutaban...
Volvió a tenderse. Pero... Su mente bullía. "¿Y si toda la gente de la playa es zombi o algo así?... ¡Dios mío!".
Estaba que no podía más, así que se obligó a pensar en cosas agradables, felices y...
- ¡Ooooh! ¡Qué preciosa es! Así, provocándome con su gracia y salero, sobándose el chocho... Ah... ¿que no era esa?
Y Adalberto decidió irse de la playa, que todavía no se había mojado ni ganas, no fuera que un patín de esos le atropellara y le cortara el cuello, o aún peor, ¡lo matara!
Se bajó las perneras de los pantalones tan concienzudamente como si se hubiera desnudado y corrió a buscar la bicicleta. Pero no la encontró. En donde creyó haberla dejado sólo había un enjambre de bañistas duchándose alegremente.
Simple muestra de lo que se entiende por "breve" ;D
ResponderEliminarBueno, pero sí, este relato cuenta.
ResponderEliminarEs lo normal, si no miras donde pones la bici, el ayuntamiento se la lleva, buenos son ellos para perdonar una recaudación, con lo pobres que están, en cuanto a la chica de segundo plano, no hay que ser mal pensado, lo mas seguro es que se le metiera algún cangrejo ermitaño, ja, ja, ja,
ResponderEliminarJe je je... Me parece que los agentes recaudadores ni llegaron a ver la bici, a saber bajo cuantas posaderas debe rodar por los alrededores ;D
ResponderEliminar¡Hombre, es verdad!, debe haber un cangresjo ermitaño en la historia y nuestro héroe no se ha enterado.
:D :D :D
Eso es lo que voy a hacer ir a la playa y contar lo que vea...quizas el domingo, pero no me llevare la bici, no sea que me la roben.
ResponderEliminarBuena idea. Pasea descalzo por la orilla, recibiendo las olas, es muy bueno para los pies.
ResponderEliminarAdalberto, qué coñazo lo de los niños y las pelotitas!... aqunque a veces no son tan niños.
ResponderEliminarOiga, es usted el vivo retrato de alguien cuyo careto me suena un montón, ja, ja!
Buen día para todos los bañistas, y cuaidado con las pelotas, que algunos las tienen muy gordas!