sábado, 18 de agosto de 2012
El último verano
Don Segismundo Escalivado nunca había hecho vacaciones en agosto, dada la naturaleza de su trabajo. Así que cuando su jefe se las ofreció aquel año, se llevo una sorpresa y una alegría. Haré vacaciones como los normales, se dijo.
Pero ya en visperas de los ansiados días libres le entró la angustia. Pues se encontró que no estaba preparado para librar en tan señaladas fechas. ¿Que hacer?¿Debería de hacer un viaje exótico a Cuba o Thailandia?¿Tendría que meterse en uno de esos carisimos apartamentos de la costa?¿Podría acoso hacerse campista?
Eran todo acciones que le disgustaban por la falta de constumbre y las dificultades logísticas que suponía serían necesarias.
Es por eso que retomo un viejo proyecto, echarse al monte, por los caminos y pueblos de España. A la manera de un conocido bate, Labordeta. La televisión cuanto mal hace.
Que mejor forma de conocer el mundo e incluso a uno mismo, ya que el caminar libera los pensamientos y desata la imaginación, tal como ya sabían los filosofos peripatéticos.
Se las prometía muy felices nuestro patético, que no paripatético amigo, recorriendo los paisajes y personajes de España. Mas pronto comenzaron las dificultades.
El Sol, la sed, el sudor y hasta la sangre, le acometieron sin piedad. Pronto llego hasta el extremo de no poder dar un paso mas. Ni que decir que no había ocasión de fijarse en paisaje alguno, pues las señales de su dolorido cuerpo le omnibulaban la mente.
El viaje de placer se convirtio en mera lucha por la superviviencia. Esto loe llevo a interesantes reflexiones. Si simplificamos la vida al máximo, solo nos queda la supervivencia.
La esencia de la vida es la lucha contra la muerte. Todo lo demás es literatura, o cultura. Solo existimos para existir. Ya que la cultura al ser tan diversas no pueden mas que ser falsas. De otro modo habría una cultura, una filosofía o religión común a todos los hombres. Pero solo encontramos variantes de la supervivencia, la mayoría bastante absurdas. Todas insastifactorias.
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¡Uy!, Don Segismundo es uno de esos que se ahogan en un vaso de agua, ¡juas!
ResponderEliminarMe ha gustado el arranque y el desarrollo, pero el final es estupendo, aunque las reflexiones sean un tanto pesimitas, aunque realistas.
ResponderEliminarGracias!
A excepción de las reflexiones tan personales que hace en el último párrafo, el relato en sí está bien, la lucha por la supervivencia diaria es algo real, se vive a diario.
ResponderEliminarOtorgo mi voto a este relato porque, a pesar de mi cachondeo -inevitable en mí, ¡juas!-, veo su trasfondo, leo entre líneas y me gusta como el autor lo ha plasmado, aunando lo real con la levedad de un relato supuestamente de ficción.
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