Este cuento lo escribi en octubre, para mi sobrina que estaba en P3 del Ramón Llull, precisamente en las Tortugues
La Tortuga Matilde
Había una vez una tortuga que se llamaba Matilde. Siempre estaba triste por que era la más lenta de sus amigos, era la que menos fuerza tenía, era muy fea, verde y encima con aquel caparazón que debía llevar de un lado a otro de la tierra.
Matilde le habría gustado ser rápido como la liebre, tener la fuerza de un buey, ser tan hermoso como el pavo real, poseer los colores de las mariposas, o por que no volar como sus amigos los pajaritos del bosque que rodeaban su casa y no llevar esa coraza que era su caparazón.
Sus amigos la intentaban animar, pero ella cada día estaba más triste no había nada que pudiera animarla. ¿Que podían hacer ellos para hacerla feliz?
Un día sus amigos se reunieron en secreto en el establo del buey, debían hacerla feliz por lo menos por un día, para que viera que ella también era un ser vivo con sus bellezas y que no debía sentirse infeliz, por no verlas… Ella tenía muchos amigos. Por ello decidieron darle una fiesta sorpresa, estarían todos allí e intentarían concederle todos los deseos… Podría ser rápida como la liebre, podría poseer la fuerza de un buey, podría ser tan hermosa como el pavo real, tener los colores de las mariposas y su verdadero sueño… Volar.
Matilde absorta en sus pensamientos no sospechaba nada cuando Marta, la mariposa le dijo que Pablo, el buey, estaba enfermo y que los demás amigos iban a su establo para hacerle una visita. Claro que conociendo que el establo estaba lejos, habían decidido que la visita seria para el día siguiente. Matilde a regañadientes acepto esa invitación, no quería que se rieran de ella.
Por eso se acostó temprano y madrugó, quería estar en el establo a la misma hora que sus amigos, debían dar ánimos a su amigo Pablo. Por ello se puso en camino y poco a poco fue avanzando hacia el establo…
Cuando llegó no vio a nadie. ¿Dónde estaban los demás? Le habría engañado su amiga Marta o tal vez, esta vez había ido demasiado rápido. Poco a poco Matilde se acerco a la puerta y toco. Nadie le respondía. ¿Dónde están los demás? Se preguntaba Matilde y volvió a tocar la puerta esta vez más fuerte, tan fuerte que la puerta que solo estaba entreabierta se abrió… Miro y el establo parecía vacio. ¿No habían llegado?
Bueno ya que estaba allí, se llegaría a ver a Pablo, que si estaba enfermo estaría en su cuarto, posiblemente solo, le podría acompañar hasta que llegasen los demás amigos, avanzo lentamente por el establo, el heno caído acariciaba sus patas y era algo que siempre le había gustado le hacía cosquillas…
Llamo a Pablo…
- Pablo, Pablo… estas aquí
- Si, Matilde estoy en mi cuarto, no puedo salir. El amo me ha atado, por que no puedo salir, debo descansar.
Matilde llego hasta la puerta y vio a su amigo Pablo, allí atado a la puerta, no parecía que estuviese grave, así que le pregunto.
- ¿Cómo te encuentras hoy?
De pronto de entre la paja, del techo y de todos los rincones salieron sus amigos que le gritaron…
- ¡Sorpresa!
Matilde no daba crédito a lo que veía, sus amigos estaban allí, y le habían dado una sorpresa. Pero si no era ni su cumpleaños, ni su santo… ¿a que se debía ello?
Pablo le dijo:
- Matilde sabemos que no es tu cumpleaños, pero queremos darte unos regalos, para que veas que tus amigos, te quieren.
Carla, la liebre, se acerco y le dijo…
- Matilde, toma un patinete con el podrás ser tan rápida como yo
Raúl, el pavo real…
- Yo también tengo un regalo, mira este sombrero hecho con mis plumas podrás ser tan hermosa como yo…
Karina, Sabrina y Nuria… las mariposas se acercaron con unos pinceles…
- ¿Matilde, nos permites pintarte tu casita?
Y comenzaron a pintar su caparazón con vivos colores, rojos, rosas, azules… su caparazón era un autentico arco iris de colores. Ella miraba a todos, estaba sorprendida con ese regalo.
Pedro, Nuria, Samanta, José y Carlos, el búho, la paloma, la lechuza, el pato y el ganso respectivamente, se acercaron con un cesto con flores…
Matilde, sube en la cesta… veras que bello es volar
Cuando Matilde subió a la cesta, sus amigos cogieron con sus picos las cuerdas que sujetaban el asa y salieron a la calle… Comenzaron a mover las alas y poco a poco comenzaron a volar. Matilde no daba crédito a lo que veía, la cesta comenzaba a levantarse del suelo… ¡Estaba volando! Sus amigos le dieron un paseo increíble. Veía las copas de los arboles, veía incluso el rio, y veía su casa.
Al rato la posaron el tierra… ahora ella estaba satisfecha, sus amigos le habían concedido la mayoría de sus deseos.
Pablo, el buey, le dijo…
- Parece que estas contenta, pero te falta un deseo… Ser tan fuerte como un buey. ¿Verdad? Y lo eres, cada uno de nosotros es tan fuerte como su naturaleza le permite. Y tu fuerza de voluntad te ha hecho caminar hasta aquí, solo para visitar a un amigo enfermo, tu fuerza te ha ayudado a no tener miedo mientras volabas. La fuerza no solo radica en el peso que levantas, sino en hacer aquello en lo que crees… Muchas veces has sido de gran ayuda a todos nosotros.
Matilde miraba a sus amigos…
- Como ves –comenzó Karina, todos los sueños se pueden cumplir por muy difíciles que sean si tienes perseverancia, siempre estarán al alcance tuyo
Matilde tenia los ojos llorosos, había cumplido todos sus deseos, pero había descubierto algo más importante, tenía los mejores amigos que una tortuga pueda tener…
FIN
Matilde, sube en la cesta… veras que bello es volar
Cuando Matilde subió a la cesta, sus amigos cogieron con sus picos las cuerdas que sujetaban el asa y salieron a la calle… Comenzaron a mover las alas y poco a poco comenzaron a volar. Matilde no daba crédito a lo que veía, la cesta comenzaba a levantarse del suelo… ¡Estaba volando! Sus amigos le dieron un paseo increíble. Veía las copas de los arboles, veía incluso el rio, y veía su casa.
Al rato la posaron el tierra… ahora ella estaba satisfecha, sus amigos le habían concedido la mayoría de sus deseos.
Pablo, el buey, le dijo…
- Parece que estas contenta, pero te falta un deseo… Ser tan fuerte como un buey. ¿Verdad? Y lo eres, cada uno de nosotros es tan fuerte como su naturaleza le permite. Y tu fuerza de voluntad te ha hecho caminar hasta aquí, solo para visitar a un amigo enfermo, tu fuerza te ha ayudado a no tener miedo mientras volabas. La fuerza no solo radica en el peso que levantas, sino en hacer aquello en lo que crees… Muchas veces has sido de gran ayuda a todos nosotros.
Matilde miraba a sus amigos…
- Como ves –comenzó Karina, todos los sueños se pueden cumplir por muy difíciles que sean si tienes perseverancia, siempre estarán al alcance tuyo
Matilde tenia los ojos llorosos, había cumplido todos sus deseos, pero había descubierto algo más importante, tenía los mejores amigos que una tortuga pueda tener…
FIN
Hermoso relato, redactado con mucho cariño y buscando un final aleccionador. Enhorabuena y gracias!
ResponderEliminarVoto otorgado a este relato por El Periódico de El Prat.
ResponderEliminarhttp://comunidadblogsperiodoco.blogspot.com.es/2012/08/votaciones.html