RELATOS ANTERIORES:
Fábrica de Sueños
Risa cantarina
¡Antes le pegaré fuego!
El chuchete poseido por la nutria
MOSQUITO
La playa de mamá
DESTINO FINAL
Descubrimiento y castigo
VACACIONES EN EL MAR
LOS PROTOCOLOS NO SON PARA EL VERANO...
Posiblemente una historia triste
LA OTRA CARA DEL VERANO
Saque de honor
LA CHAPA
Trueque de amor
KUNG FU de verano. Leona Catalana
Catalina era muy inquieta, guasona, y gozaba de gran
inventiva para enredar a sus amigos, los cuales solían picar
incautamente porque no sólo era buena actriz, sino que se preocupaba de
armar sus trolas con toda seriedad y lujo de detalles.
A sus doce
años ya gozaba de un amplio historial de bromazos de gran calibre, como
cuando le dió a un compañero de clase un buñuelo de plomo
la mar de brillante y guapo, resultado de los trabajos de su padre con
el soldador de mano, residúos que quedaban en la tabla de madera, gota a
gota, formando casi una joya brillante y que ella despegaba. Le dijo a
su amigo que era una joya extraterrestre y se la daba en agradecimiento a
su amistad. Su amigo se tragó la trola con un agradecimiento infínito,
flipando extasiado.
Claro que luego le contó la verdad, siempre lo hacía y nadie se enfadaba, tal vez por la vergüenza de haber picado, je je je...
Aquel
verano estaba de moda la serie de televisión KUNG FU y a Catalina le
encantaba. Bajó al pueblo y se compró unas pegatinas corporales con las
improntas del dragón y el tigre que "el pequeño saltamontes" se grabó a
fuego asiendo con sus brazos el caldero al rojo vivo donde dichas
imágenes estaban grabadas.
Se las aplicó en la cara interna de sus antebrazos y salió la mar de
chula a lucirlas sin más. Pero... ¡Paf!, era su sino: un chaval de la
urbanización le preguntó cómo se había hecho esas marcas. Catalina pensó
que si era tonto, había que aprovecharlo.
Le contó una trola de tres pares, que naturalmente, había asido el caldero al rojo vivo en una ceremonia secreta y tal y tal..
- ¿Dónde?
- En una cueva.
- ¿Cual?
- Ahí abajo, debajo de La Miranda.
Esa cueva existía, Catalina había estado con su hermano y otros amigos, pero era de muy difícil acceso, peligroso.
El pesado no la conocía, no era capaz de semejante hazaña, ¡pero ahora sí sabía dónde estaba!
Catalina se dió cuenta de su error demasiado tarde. Bocazas.
- ¿Y puedo ir y encontrar el caldero?
- No. No encontrarás nada, no eres un iniciado.
El
chaval empezó a mosquearse: "¡Es mentira!". Catalina intentó mantener
su prestigio y dijo que sólo se podía ver de noche, que de día nanay.
"Pues esta noche bajaré", dijo el inconsciente antes de irse airado.
"Horror
-pensó Catalina- Si de día ya es peligroso y no sabes dónde poner los
pies si no te guía alguien que ya haya estado, este gilipollas se me
mata esta noche".
Esa noche Catalina apenas cenó. No dejaba de darle vueltas al asunto, preocupada por el chaval.
Cuando
se fue a la cama, en la habitación que compartía con su hermana y una
amiga de esta que estaba unos días con ellos, les explicó lo sucedido.
Tomó
la determinación de salir cuando sus padres se hubieran acostado e ir a
La Miranda. Sabía que el chico, igual que ella, pues además, tenía
menos edad, no saldría de casa hasta que sus padres se acostasen, antes
era impensable.
Cuando la casa quedó a oscuras,
Catalina se deslizó silenciosamente hasta la puerta y la abrió. ¡Ja!, la
maldita puerta chirrió como un gato al que han pisado la cola.
"¡Joder!, nunca me he fijado".
Salió, la cerró y corrió a
esconderse debajo de la escalera. ¡Justo a tiempo! Su madre apareció con
su viejo camisón y mirada de lechuza, dió un vistazo, no vió nada
sospechoso, y cerró.
"Ahora sí que la he hecho buena -pensó
Catalina- no podré volver a entrar porque ha echado la llave. En fin,
vamos al asunto primero y luego veremos".
Se dirigió a
La Miranda, que estaba cerca de su casa, dió un vistazo abajo y no
viendo movimiento, se sentó en el suelo, junto al murete de piedra, y se
dispuso a esperar. "Anda que si el bobo ya está estrellado más abajo...
Glubs". Procuró no pensar en ello y mantuvo sus sentidos alerta.
Calculó que habían pasado como dos horas y nada. "Debe estar durmiendo a pierna suelta y yo aquí, como una tonta".
Se levantó, anquilosada, y regresó a casa, añorando su cama. "¿Y ahora cómo narices entro?"
Saltó
la valla del jardín, igual que antes, rodeó la casa y, cogiendo un
puñado de gravilla del suelo, se plantó debajo de la ventana de su
habitación. Tiró la gravilla a lo alto. La ventana estaba abierta, era verano,
pero les había dicho a su hermana y su amiga que estuviesen alerta por
si necesitaba su ayuda.
Ni flores. Nada de nada.
"Bueno -pensó- dormiré en la leñera y mañana haré ver que he madrugado".
Narices,
la leñera, era incomódisima. "No fastidies, Bobi es capaz de roncar
aquí, tan feliz". ¡Ja! Bobi, el pointer, se echaba unas siestas en la leñera porque
le daba la gana, que su colchoneta la tenía dentro de casa y allí hacía
horas que roncaba, no se había coscado de nada.
Catalina claudicó, se le cerraban los ojos y sólo pensaba en su camita, su blando colchón y su almohada.
Subió y llamó a la puerta. Su madre se pegó un susto al verla.
- ¿Dónde estabas?
- En la leñera -era cierto, ¿no? Je je je...
- ¿Qué bañera? -¡Otia!
Le
contó a su madre una trola de las suyas, que había hecho una apuesta
con su hermana y la otra a que pasaría la noche en la leñera, pero que
había perdido. Mami se lo tragó sin pestañear y le dió un beso de buenas
noches.
Cuando entró en su habitación, aquel par de traidoras
estaban despiertas, ¡por supuesto! Estaban cagaditas de miedo, las muy
cobardes. Claro que habían oído caer la gravilla en el suelo de la
habitación, pero no se atrevieron a moverse de sus camas, ¡no se
atrevieron ni a respirar!
En cuanto al chaval, se rajó y
no fue a la cueva. "Panda cobardes - pensaba Catalina furiosa- todos
son unos cobardes de tres pares".
¡Buenas tardes, super narradora!
ResponderEliminarLa prota de la trama, Catalina, comienza en plan de heroína burlesca y termina desengañada de las pocas ganas que tienen de abrazar el mundo del riesgo y la fantasía los que no son como ella. Le fallan su hermana, la amiga y el iniciado. Parece que usted desea servirnos en bandeja la moraleja de que nos dejan solos a los imaginativos. Parece que quiere escribir un "contra cuento", expresión que acuño en este momento, porque "gracias" a los tres personajes que no se implican en la aventura nos perdemos un rato de diversión con los apuros del "iniciado" en la cueva de la Miranda y la complicidad de las tres chicas recreando el choque en la cueva de la prota con el chaval de la urbanización. Quizás, contemporizando un poco la cosa, el chaval prefirió dejarse llevar esa noche por un juego en la videoconsola o la estupidez televisiva de turno. Ese chico, si sigue así, no estará nunca preparado para disfrutar de nuestros amigos Ignatius e Lisbet Salander, su nueva amiga literaria, Doña Leona.
Oiga, lo del "buñuelo de plomo" supera a mis maldades narrativas, ¡je, je!
Enhorabuenísima por el relato.
¡Gracias, señor contramaestre! Su disección de los relatos siempre resulta fascinante.
EliminarAsí es, los imaginativos somos pocos, yo sólo le conozco a usted como igual, por más que mire a mi alrededor, nada de nada.
Pues es verdad, todavía no conozco bien a Lisbet Salander, pero es cierto, tiene una gran retirada a nuestro admirado Ignatius J. Reilly que nos arranca grandes carcajadas.
¡Ja ja ja! El buñuelo de plomo es eso exactamente, un montón de gotitas de plomo que caen del soldador de mano, muy pequeño, para soldar hilos eléctricos en piezas de precisión.
Al final queda en la tabla de madera un buñuelo brillante como una joya, precioso.
En fin, los carentes de imaginación no saben lo que se pierden. Lástima.
¡Buenas tardes-noches!
Se encuentran ellos muy a gusto enfrentándose a vaquillas o viendo tele basura. Son felices a su manera, no se cuestionan las cosas, aman apasionadamente a sus líderes y odian cerrilmente a los que no son como ellos. No conocen término medeio ni matices. Lo más escalofriante es que son mayoría en el planeta. ¡Buenas noches ya casi, je,je!
EliminarBueno, no se trata de poner etiquetas, amigo mío.
EliminarLos faltos de imaginación son de muchas ideologías y opiniones, incluso amigos nuestros, muy queridos.
Se trata de algo inevitable y sin remedio que no tiene por qué ser denigrado.
Arriba he dicho que ellos se lo pierden porque es así, pero sin querer ser peyorativa porque se trata de un hecho, sin etiquetas,
No sé si me explico bien, la verdad.
Si acaso, pensemos en cierta persona muy cercana a usted. Carece por completo de imaginación, sin embargo, no es una persona adicta a toros ni vaquillas, ni ama apasionadamente a ningún líder, ni odia a nadie. ¿Lo entiende ahora?
No, ¡je,je!, me lo repita.
EliminarEn serio, he hecho una simplificación, un botón de muestra, no he puesto etiquetas, he presentado unos modelos que están ahí, que los vemos y los sufrimos a diario. Naturalmente, el catálogo es más extenso.
EliminarSi no me ha entendido a la primera, no seré yo quien insista.
EliminarPero repito que usted, a veces es muy corto.
Yes, me llaman Marianico!
EliminarJejeje me he reido mucho imaginandome a la traviesa e inquieta Carolina. Esta claro quel a imaginacion desbordante ya se deja ver desde corta edad. Aunque yo creo que todos los niños nacen con imaginacion pero desafortunadamente nos la cortan por todos los flancos y no se fomenta en absoluto con el sistema de enseñanza que tenemos y que da proridad a otras cosas. Yo particularmente envidio enormemente ese don que teneis algunos.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho y por supuesto estupendamente escrito. Por cierto, la madre no debia ganar para sustos con esa Carolina jeje.
Catalina. La prota se llama Catalina.
EliminarPues no sé qué decirte sobre eso de que los niños nazcan con imaginación y luego les cortén las alas. O tal vez sí, acabo de acordarme de algo que... Tal vez lo use en otro relato porque resulta interesante.
Gracias, guapa. Y no te preocupes, la madre de Catalina tenía un aguante de tres pares, je je je...
También estoy en desacuerdo con Mar, de padres tarados o muy represores, o digamos autoritarios, han salido grandes genio. A bote pronto me viene el caso de Kafka. La imaginación o el talento pienso que es cosa genética, y no exactamente de un gene heredado de nuestro padre o nuestra madre, puede venir de más atrás.
EliminarKafka ya estaba tarado por sí mismo, oiga. Nunca he conseguido leer nada suyo, por temor a terminar tarumba como él.
EliminarEl resto se lo dejo a Mar, que es a quien usted responde.
Pues usted se lo pierde. "La metamorfósis" lleva la fama, pero le aseguro que "Los cuentos de Kafka" merecen realmente la pena.
EliminarEso, Catalina jaja. Nada mas escribir el comentario anoche me di cuenta pero ya no podia corregirlo.
ResponderEliminarPensar en niños pequeños que conozcais ¿alguno no tiene imaginacion? La genetuca puede influir, claro, pero todos nacemos un pico con ese potencial que podria desarrollarse mucho mas. En la escuela os aseguro que no se fomenta ni se desarrolla nada de nada.
Buen dia a los dos!!!
Jejeje, magnífico relato. Me ha gustado mucho. Sólo un detalle: no me parece realista que mami no le dé a Catalina un beso de buenas noches... más bien le daría un guantazo de buenas noches, por osar salir de casa a esas horas, y encima hacerla levantarse. Pero bueno, supongo que yo no soy quién para quejarme de la falta de realismo de relatos protagonizados por niños, ajajaja.
ResponderEliminarBueno... en realidad he usado mi imaginación para unir dos anécdotas sucedidas a distinta edad.
EliminarLa de la Catalina de 12 años sucedió exactamente cuando el chaval se fue, sin creerse lo del caldero.
En la fuga nocturna, Catalina ya tenía 18 años y sí, se fue a una cueva, pero no cerquita de casa precisamente: la discoteca LA COVA.
¡Juas juas juas! Y llovía, conque no pudo sacar la moto porque además, la cancela del jardín chirriaba como mil demonios, eso sí lo sabía perfectamente. Era larga, para el paso de vehículos y a papi no se le ocurrió nunca engrasarla.
Este relato ya lo publiqué en una edición anterior, con todo lo que ocurrió esa noche, conque no iba a repetirlo, sólo tomar algunos detalles, je je je...
Y sí, mami le dió un beso de buenas noches a Catalina. Al día siguiente crujió a papi: "¡Anoche te dejaste abierta la puerta!". Claro que no, la llave estaba siempre puesta en la cerradura, ¡juas!