martes, 23 de julio de 2013

Amarillo, rojo y verde.

Concurso Veraniego de Relatos Cortos Nº  7

Nº 6, El fantasma de playa La Barrosa
Nº 5, El mirón de la montaña
Nº 4, Un verano maldito
Nº 3, Un verano candente
Nº 2, EL REGRESO DE LOS DIOSES
Nº 1, Golpe de calor justiciero





Marciano y Ulpiana formaban una pareja sesentona en plena gresca matrimonial. Ahora les tocaba pelearse en la playita del pueblo , una diminuta playa formada en uno de los cuatro meandros del río Camarmillo en su curso por Alcalá de las Cigüeñas.
- Sólo a ti se te ocurre, Marciano, comprar una sombrilla amarilla. Es que no sabes que el amarillo atrae a los mosquitos?
- Pero estamos en la playa, leñe, no van a venir aquí los mosquitos, digo yo!
- Eres un tarugo, esta es una playa, pero de río, y los ríos están llenos de mosquitos en el verano.
Como si los odiosos dípteros les hubiesen escuchado en ese momento, les envolvió una nube de mosquitos.
- Eh, qué te estoy diciendo, Marciano?!, aquí los tienes!
- Mira, mira, también están en la sombrilla de ahí al lado - apuntó Marciano - y es azul oscura con rayas blancas. Además, qué puñetas, me dijiste que comprase una barata, y esta es la más barata que tenían en el chino.
- Pues te vas ahora mismo al chino y la descambias. Tráete una de un color más sufrido. Y sin protestar, Marciano!
Marciano se levantó a regañadientes, aunque también contentillo porque le ilusionaba la idea de tomarse una cervecita por el camino.
- Y no te metas en ningún bar!, vuelve pronto que me voy a achicharrar con este sol o me van a devorar los mosquitos!

El bazar chino estaba muy cerca, pero Marciano regresó diecisiete minutos después.
- Qué, has estado coqueteando con la china?
- Había mucha gente en la cola.
- Ya, si no fuese porque te conozco, Marciano!... Y por qué la has traído roja?
- Vaya, qué tiene de malo el rojo?
- Pues que es demasiado escandalosa, nos va a mirar todo el mundo.
- También las había rojiblancas, pero tú eres del Real Madrid, no?, je, je!
- Marciano, que no estoy para bromas, eh?
En ese momento apareció por el paseo el coche municipal de la megafonía, el que se utilizaba para anunciar las defunciones y los espectáculos.
"Atención, atención, se ha escapado un toro del corral de la plaza de toros. Salgan de la playa y refugiense tras los árboles del paseo!"
Varias mujeres empezaron a chillar.
"Que no cunda el pánico, señoras, a lo mejor el toro no viene para acá"
Pero el toro apareció cuando aún no había terminado de pronunciar la frase. Ahora el pánico lo tenían las mujeres, los hombres y los niños, que un toro impone mucho respeto, y además puede matar más rápido que el tabaco.


      

Y el toro se fijó precisamente en aquella sombrilla roja que portaba el infeliz Marciano. Se mascaba la tragenia playera!... El infeliz vio acercarse al cornupeta a gran velocidad y, cuando le tenía a pocos pasos, le lanzó a la cara la sombrilla para que se entretuviese mientras él intentaba llegar al paseo a toda leche, con la dificultad que suponía avanzar ligero por la arena y más a sus sesenta y tres años. Ulpiana ya había alcanzado el paseo y le esperaba con los nervios a flor de piel.

Afotunadamente se salvo todo el mundo. El cabo de la guardia civil, Don Tadeo, eliminó el peligro de un certero disparo, y el buen hombre se puso muy contento porque no había pegado un tiro en su vida. "Por fin puedo decir que me licencio habiendo utilizado mi arma reglamentaria, je, je!" Antes hubo que reducir al tonto del pueblo, Julito, que quería estoquear al astado con un cuchillo de cocina.
Cuando el personal regresó a la playa, después de deleitarse observando al toro muerto de cerca y aplaudir al cabo Don Tadeo por su heroicidad, fueron ocupando sus anteriores posiciones en la arena, aunque hubo algunas peleas por culpa de los aprovechados que querían ponerse en donde no les correspondía.
Ulpiana observó compungida los restos de la sombrilla. El bicho se había ensañado con ella.
- Madre mia, nos la ha destrozado!... Un sombrilla roja, por Dios, Marciano!, es que no se te pasó por la cabeza que podía venir un toro?
- Pues no, la verdad. Y menos mal que he salvado la vida, que si no es por la sombrilla me engancha a mi.
- No sé que hubiese sido mejor. - Murmuró la conyuge - Pues anda que ahora sí que no nos la cambian los chinos. Anda, vete a comprar otra, pero que sea verdecita. Una sombrilla verde es más discreta.
- Vale, y ahora viene una cabra del monte y nos la come.
- Marciano, no sé como todavía no te he matado después de cuarenta años de matrimonio.
- Será porque me amas.
- Vete a la mierda!
- Guapa!


6 comentarios:

  1. ¡Ja ja ja!
    Real como la vida misma, siempre hay esposas plasta que nunca están contentas. Muy divertido.
    Por cierto, los toros no distinguen los colores, lo del rojo es un mito, por lo de la sangre, la bravura y todo eso, pero siempre da jugo, como una señora gorda con un bañador rojo, je je je...

    Un par de anécdota de las mías. Mi madrina y su entonces novio fueron de jovencitos con unos amigos al Valle de Núria (Gerona), se estaban haciendo fotos delante del lago, posando cogidos de la mano y sonríendo bobaliconamente, cuando oyeron detrás suyo unos "¡Chop! ¡Chop!". Se giraron y vieron a un toro que chapoteaba en el agua directo a ellos, con la testuz baja.
    Mi tía se meaba de risa cuando me lo contaba porque dijo que a mi tío parecía que le habían puesto un cohete en el culo, saliendo disparado y perdiéndose de vista. Todos corrieron, pero lo de él fue espectacular, para filmarlo, ¡juas!

    Años después, yo tuve un incidente con una vaca en el Valle de Arán. Había una espesa niebla que lo cubría todo, las vacas estaban tendidas en el prado, esperando a que escampara. Bajé del coche y me acerqué, pero una de ellas -que debía tener la regla-, se levantó a mi encuentro. Dudé. Si me iba al coche, el animal podía invadir la carretera (no había cerca de ningún tipo) y provocar un accidente -aunque por allí no pasaba nadie-, así que la esperé, nos conocimos, nos hicimos amigas, y el problema fue marcharme y que se quedara en el prado, je je je...
    Cuando digo vacas, es que eran vacas, pero enormes, gordas y lustrosas, de color marrón claro. Por supuesto, mi novio no bajó del coche, ¡juas juas! Oiga, igual lo de mis tíos también era una vaca, que la gente no distingue una oliva de una alcaparra ;D

    ¡Feliz martes y gracias por el relato!

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  2. Gracias a usted!

    Sé bien que es el movimiento lo que atrae a los toros y que lo del rojo es un cliché, un tópico para chistes y demás, pero precisamente nuestro protagonista caminaba, se movía, y el rojo de la sombrilla era el "bulto" en movimiento que más destacaba para el daltónico animalito.

    Su tío, que haría la mili, le pondrían como a todos aquello de "valor?: se le supone", je, je!... De todas formas él siempre podrá defenderse con eso de "qué coño miedo?!... instinto de supervivencia!"

    A mi se plantó una vaca frente al coche en medio de la niebla, en Espinosa de los Monteros. Menos mal que iba despacito, muy despacito, dada la densa niebla que lo rodeaba todo, que si no me estampo contra la vaca.

    Ese tipo de vaca "enorme, gorda y marrón" es la que se engorda sobremanera porque está destinada para carne, no es vaca lechera. ( Otro apunte de un sabelotodo, je, je! )

    Vamos con otro relato para animar esto!

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    1. ¡Ja ja ja! Mi tío hizo la mili en Sidi Ifni y según las fotos que nos mandaba, parecía muy aguerrido, a lomos de su caballo. Cuando volvió, menda, la pequeñaja, le preguntó sobre los caballos, encantada de haber visto a su tío a lomos de estos. Fue sincero -siempre lo es-, dijo que no tenía puta idea de cabalgar, que aquellos animales iban del establo al puesto y del puesto al establo, solos, sin necesidad de mover las riendas, a paso cansino¡juas juas!
      Tuvo mucha suerte de no haber estado varios años antes en aquellos pagos, cuando la guerra, porque igual no habría vuelto. Mi abuelo (su suegro), sí estuvo allí durante la guerra. ¡Y volvió!

      El ganado -y todos los animales en general-, son un peligro en las carreteras. Hace años que los prados se cercan, pero aún así, están las especies salvajes, ciervos, jabalíes y otros, que se cruzan. Tampoco es culpa suya, coño, son los humanos quienes invaden su territorio.

      Gracias por el apunte de que esas enormes vacas son para comer. "Mi amiga" no me lo dijo :(

      Ya tenemos 9 relatos y nuestro luispi ha participado. ¡Estupendo!

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    2. Pues yo, que soy criado en el campo, tampoco lo sabía, me enteré durante el último Camino de Santiago que hice, me lo comentó una compañera de viaje asturiana. Y cierto era, me di cuenta al instante de que destacaba poderosamente la gordura de las marrones en comparación con las otras.

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    3. Yo me crié hasta los cinco años en Esplugues de Llobregat. Era un pueblo, todo casas bajas, unas más grandes y fastuosas que otras. La mía era normalita, entrada directa desde la calle, con dos ventanas que correspondían al dormitorio de mis padres -y mío, y posteriormente de mi hermano, los cuatro allí, pero era una habitación amplia, con espacio suficiente-, y la otra, la del dormitorio de mis abuelos.
      El zagúan era grande, allí se sentaban a coser mi madre y mi abuela.
      Luego venía el comedor, también amplio, pero algo atestado porque tanto mi madre como su suegra tenían sus propios muebles, ¡uf!
      En el comedor estaba la "comuna", o sea, lo de cagar. Era un cuartucho oscuro, con un banco de madera y un agujero en él, de cerámica, con una tapa de madera. Mi hermano y yo no solíamos usarlo, nos mandaban al huerto a hacer nuestras necesidades. Mi abuelo decía que abonábamos las hortalizas, ¡juas!
      Después del comedor estaba una tercera habitación, tan grande como las otras, donde dormían mis tíos, Vicente y Julio. Enfrente estaba la cocina, terreno vedado a los niños por los terribles peligros que emanaban de tal antro, ¡juas! Lo cierto es que era verdad y yo mantuve la prohibición de estar en la cocina a mis hijos. Hice bien, pues un día se me incendió la campana extractora por haber olvidado que tenía una sartén al fuego. Un despiste al responder a un SMS con petición de yuda de un amigo. Por suerte mi hijo se dió cuenta del incendio y me avisó. Menos mal que nunca pierdo la calma. Me costó un huevo apagarlo, pero lo conseguí. La casa quedó irrespirable, metí a Bimba en mi dormitorio, salvado por estar la puerta cerrada, cogi al niño y nos fuimos al bar de siempre, ese que me conocen desde niña. Allí comimos y luego lo llevé al colegio. Regresé para comprobar el estado del piso. El hedor se había disipado bastante al dejar todo abierto (excepto los dormitorios, que siempre mantenía cerrados). La tonta estaba bien y me puse a limpiar la cocina.

      Bueno, ya me he ido por los cerros de Úbeda... En fin, lo que quería decir es que en mi calle de Esplugues había una vaquería donde mi madre y mi abuela compraban la leche. Me gustaba mucho su olor, nunca lo he olvidado, lo añoro. Y las vacas eran delgadas, de esas blancas con manchas negras. Se podían ver en su establo desde la calle, al estar la puerta abierta, al lado del establecimiento donde despachaban la leche. Ya sabe, había que llevar "la lechera", un recipiente metálico con tapa, creo que de un litro de capacidad. Luego fue de plástico, pero esos no me gustaban. Siempre he sido muy conservadora, ¡juas!

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    4. Excelente descripción de la casa, del ambiente y del desastre.

      Lo de "comuna" queda muy propio, acertada definición de un retrete que es comunitario, como lo era en las antiguas vecindades de las corralas, y solía de tratarse de un cuartucho minúsculo. Lo de disponer de un water propio es, históricamente hablando, cosa de hace dos días. Estos "lujos" no los conocieron nuestros antepasados. Las compresas, el papel higiénico, el jabón, el sujetador... son cosa de hace nada. Si no me falla la memoria, creo que el sujetador es de 1.914.

      Jo, la singular Bimba en medio de un incendio!... con lo rellenita que está ella para salir corriendo!

      El lechero de mi infancia llegaba a las casas en un carro tirado por un caballo, y yo fui muy feliz el día en el que me invitó a dar un paseo en el carro. También venía a domicilio la panadera empujando su carrito, los carboneros en un carro a tracción equina ( luego sustituído por una furgo DKW, oh, el progreso! )el mielero a patita, y la basura... Tuuuuuu...!!!, tocaba un cuerno y gritaba "la basuuuuura!", y todas las vecinas salían con sus cubos de metal ( el plástico aún no se había implantado del todo )y el basurero iba cogiendo cada cubo y arrojando los desperdicios al camión. Oh, "tiempos remotos"!

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