lunes, 18 de marzo de 2013

Anécdotas de un mejillón y una leona. (VI)




Un reflejo de los duros comienzos y cuatro supersticiones teatreras. 

Las pasé canutas en mi primer ensayo como actor profesional. Fue en el Teatro Popular Español, instalado en Portugalete. María Teresa Pozón era una primerísima actriz, pero sumamente exigente como directora. En aquella obra, la "alta comedia" de Torrado y Navarro "Dueña y Señora" ( Todas las carpas de repertorio debutaban en las plazas con una "alta comedia", pues estaba demostrado que cuando lo hacían con una comedia cómica se resentía la taquilla los siguientes días ) yo sólo tenía dos frases. Mi primera entrada era para decir "el Señor Conde acaba de llegar", y en la segunda anunciaba: "los señores pueden pasar al comedor" Queda claro que hacía de mayordomo. Pues no había manera, Teresa Pozón se empeñaba en que no daba el tono adecuado y me hizo sudar tinta china. Venga y venga a repetir. En las demás comedias, unos veinte que teníamos en repertorio, en las que hice papeles largos, no de dos frases, no me machacó tanto como aquel día. A veces he pensado que me estuvo probando, que quiso saber si yo era realmente vocacional y podía someterme a su disciplina. Algo así como el sargento que putea a los reclutas en la mili.

María Teresa Pozón y su hermano Manolo Andrade habían sido hasta hace poco los dueños del teatro, pero se lo vendieron a la familia Melgar ( recuerden el post "Un clown en La Malquerida": Tino Melgar y Tino Garciluis ) y Teresa quedó contratada como primera actriz y directora. Era una actriz como la copa de un pino, tanto para lo cómico como para lo dramático, pero muy mandona y tremendamente supersticiosa.

A Arturo Ladehesa, un actor de la compañía, se le rompió el espejo que utilizaba para maquillarse. Eso fue horas antes de debutar en Torrelavega ( Cantabria ) Pues bien, el negocio fue fatal en Torrelavega, y, por supuesto, según la señora Pozón se debió a la rotura del espejo.

Yo me llevé un día una bronca de campeonato durante un ensayo porque me sorprendió sentado en la concha. Al parecer era de muy mal fario, según ella, sentarse sobre la concha del apuntador. Me acojonó la reprimenda, sobre todo porque no tenía ni puta idea de esa superstición. ( En mi próximo post les contaré una anécdota protagonizada por un apuntador )

La gran actriz tenía un pánico atroz a pronunciar o que alguien pronunciase en su presencia la palabra "culebra" Tal palabra había sido tachada en los libretos de las obras en las que aparecía.

El amarillo es otro gran gafe para los teatreros, pero ahora voy a hablar de otro actor: "Paquito de Lucio", el mayor "amarillofóbico" que he conocido, si se me permite la palabreja. Don Paquito, hombre ya mayor cuando le conocí, bajito de estatura, regordete y de cabeza cuadrada ( física y mentalmente ) era hijo de uno de los autores más fecundos de la dramaturgia española: José de Lucio, pero no había heredado el talento de su padre, era un tanto zoquete. Como actor era un remedo de Martínez Soria o Camoiras, utilizaba los mismos trucos y falsetes de voz de los autores de la vieja escuela, pero no les alcanzaba en talento.
Trabajé durante una temporada en la "Compañía de Comedias de Paquito de Lucio" Representábamos la obra "Qué hacemos con los viejos?" El señor de Lucio se aferraba a las comedias que venía representando desde el año de Maricastaña, porque había perdido memoria y le era imposible aprenderse textos nuevos. Los representantes de tercera fila nos organizaban rutas demenciales y en muchos de esos pueblos acudía poquísima gente al teatro. Un desastre absoluto para un hombre que en su vejez seguía considerándose un gran primer actor; un hombre con una enfermiza obsesión por el amarillo que hasta le impedía sentarse en las terrazas de los bares cuyas mesas eran amarillas.

15 comentarios:

  1. Me he dado cuenta ahora de que no he puesto lo de "Anécdotas de un me...", pero en este ciber del colegio no me sale la pestaña "diseño", así que me es imposible enmendar la cosa. Hágame el favor y disculpe una vez más. Gracias!

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    1. De nada, yo encantada.
      Le he dado el cambiazo esta mañana, aunque hasta ahora no he tenido un rato para comentar. Abajo tiene uno mío.

      Por cierto, se lo diré aquí para no liarnos más abajo: ya entendí que la ropa con la que cargó usted era actual, mi comentario era para lamentarme de que nunca me han llamado para pelis de época.

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  2. Ya he terminado "1.969" Juicio crítico: En general me ha gustado aunque no tiene la inteligencia para la ironía y la sutileza de Lorenzo Silva o Alicia Jiménez Bartlet("Petra Delicado ) pero sabe crear ambientes, construir situaciones emocionantes e imaginar diálogos muy interesantes. Lo mejor de todo: la crítica al estado policial y caciquiil franquista y la recreación del "costumbrismo" de esa época en una Murcia más pequeña y más pueblerina que la de ahora, que ya es decir, je, je! El ambiente, diálogos, prejuicios, machismos, etc. de la Murcia franquista está muy bien reflejado. Para mi gusto se pasa en ciertos tipos, el gobernador civil o el preboste yanqui son casi una caricatura o un par de monigotes de cómic; con ellos resta un poco de credibilidad a la historia. Sigo...

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  3. Sin embargo, la falangista le ha salido bordada, y esa lucha que mantiene entre el respeto a su ideólogia y el abrirse a experiencias nuevas es de lo mejor de la novela.
    Lo peor del libro a mi modo de ver: El final es absolutamente previsible y además lo recrea de una forma muy burda. A la mitad del libro ya se sabe que va a encontrar algo "lunar" en esa finca. No me fue difícil imaginarme un simulacro del alunizaje que estaba en vísperas. Es un tema ya muy trillado del que existe incluso una película, estrenada muchos años antes de que este señor estrenase su novela. Pero hay muchos datos que te "roban" la sorpresa final: las continuas menciones que hace de la carrera espacial de rusos y americanos, los "ángeles blancos" que dice haber visto uno de los personajes, las referencias al "paisaje árido y agreste" de la Cresta del Gallo... Y, por si fuera poco, en la portada del libro aparece una luna enorme detrás de la catedral de Murcia. Sigo...

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    1. Sí, como usted mismo dice, por la foto de la portada ya se sabe de qué va el asunto, aparte de la sinopsis y por supuesto, de las constantes menciones. La manera de trabajar de este autor es bastante sencilla según pude comprobar con la saga de Víctor Ros, el sargento ex delincuente. No tiene -o así se desprende de sus lecturas- más aspiración que hacer pasar el rato, aunque eso sí, mucho mejor que el otro que le dije, Raúl Tristán, que a ese no vale la pena leerlo en absoluto, ya que se explaya durante páginas contando lo que su prota compra para su nuevo apartamento, que si toallas, sábanas, batería de cocina, vajilla... ¡uf! Todo lo que necesita una vivienda, perfectamente detallado y sin ser necesario para la trama. Raúl haría mejor en escribir un blog, no novelas...
      Por cierto, uno de los dos ejemplares que he leído de Raúl está dedicado a la biblioteca y además, todavía tiene pegado en la primera página un pos it con el nombre de esta, por lo que deduzco que va regalando ejemplares en plan marqueting, je je je...

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    2. Es muy posible. Yo también regalé algunos ejemplares de los libritos que edité a la biblioteca de Murcia. Y aquí otra anécdota descabellante: Quise regalar uno a la biblioteca del pueblo en el que viví los tres últimos años, y la super ceporra de la mujer que había allí ( no me atrevo a llamarla bibliotecaria ) me dijo "ya tenemos muchos libros, no se moleste" Parece un chiste malo pero es real como la vida misma.

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    3. Increíble que no acepten un libro porque "ya tienen muchos". Desde luego, esa no tiene nada de bibliotecaria, es alucinante.

      Mi ex, que sólo ha leído un libro en su vida (Chacal), me decía que por qué guardaba los libros, que si ya los había leído, que los vendiera o tirase.
      Hay gente así.

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  4. Genial la recreación de aquella Murcia de principio de los setenta. Está claro que no ha elegido la ciudad al azahar. Se la conoce muy bien porque es murciano y se ha pateado esas calles lo mismo que yo. Incluso, a juzgar por la foto de la contraportada, yo diría que me he cruzado más de una vez con él por la calle.
    En resumidad cuentas, una estupenda novela pero carente de un desenlace a su altura.
    Buen día!

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    1. Sí, es murciano y actualmente profesor de Biología y Geología en enseñanza secundaria.
      Escribe novelas de misterio y aventuras. Se caracteriza por su rigurosa documentación histórica, reflejada en su prosa y en la ambientación de situaciones y personajes. En el conjunto de la narración el elemento histórico constituye el marco tan solo para el desarrollo del argumento, en la que predomina la acción y la intriga y esto, el marco histórico, lo maneja muy bien. Tal vez le guste más 'El valle de las sombras'.

      Ya he terminado 'Niños feroces' y si quiere que le diga la verdad, no he reconocido a Lorenzo Silva por ninguna parte.
      Ya me advirtió que no tiene nada que ver con los picoletos, pero es que se ha ido tan, tan lejos...
      Qué quiere que le diga, igual es una historia real, cogiendo mil retazos de cientos de testimonios, pero no me ha hecho partícipe de ella. Y no por el tiempo, por supuesto, sino que está tan deslavazado que no provoca interés.
      Lo que hizo el protagonista -y sus compañeros de la División Azul- no lo veo como más que lo que ocurrió en aquellos aciagos años, y como este testimonio los debe haber a patadas, incluído el arrepentimiento del final.
      El autor intenta que sea algo personal pero yo no lo veo así. Más que una novela, he leído una especie de documental, como apoyándose en cartas personales.
      Y en este aspecto no me ha mostrado nada nuevo.

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    2. Estoy de acuerdo en algunas cosas que dice. Ya le comenté que, aunque él no lo dice, es más bien un ensayo, pero a mí si me enganchó en algunos momentos de la trama. Incluso me pareció más profundo que Pérez Reverte narrando las escenas de guerra.
      Estoy leyendo ahora una aventura de Petra Delicado ( Alicia Jiménez Bartelett ) y se la recomiendo desde ya, me lo estoy pasando fenomenal: "Los silencios de los claustros"

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  5. ¡Ja ja ja! No me lo imagino a usted haciendo de servil mayordomo, así que puede que la "Rotenmeyer" aquella tuviera algo de razón en insistir, je je je...

    Pesadez con las supersticiones, oiga. En una ocasión, volviendo de Sevilla a Barcelona, tuvimos un accidente con el coche. En Albacete nos embistió uno que salía de los campos cuando íbamos por la autovía. Obviamente, teníamos preferencia; el golpe fue en mi portezuela de copiloto y el conductor aquel resultó que llevaba una pierna escayolada, además de ir con la novia y seguro que no venían de regar...
    Pues bien, antes de salir de Sevilla fui al estanco y se me cruzó un gato negro. Ya puede imaginarse los comentarios a raíz del encuentro, comentarios que corté al preguntar "¿Nos matamos? ¿Quedamos heridos?". Dado que la respuesta fue negativa le di la vuelta a la supuesta mala suerte del gato negro: fue buena suerte. Y nadie me lo discutió.

    Culebras. Un anciano gitano solía sentarse en la misma mesa de la tasca más famosa del pueblo de mi ex, 'La Bomba'. Un día, por gastarle una broma, los cabestros del pueblo le colgarón una culebra muerta. El viejo no se dió cuenta sino hasta que todos se rieron y señalarón sobre su cabeza. Se puso blanco, salió y no volvió más. Lo peor es que falleció a los dos días. Sí señor, un infarto.

    Dicen que las supersticiones sólo afectan a quien cree en ellas. Puede. O se lo creen tanto que el susto les afecta al corazón, vaya usted a saber.

    ¡Hasta mañana! (Espero)

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  6. Vé?, ya hemos llegado a hoy y sigue usted aquí, je, je!... Cierto es lo que dice, el poder de sugestión es muy grande y tanto supersticiosos como religiosos, que en infinitas ocasiones se mezclan ambas cosas, tienen todos tipo de visiones, extasis, etc., por la enorme sugestión a la que están sometidos. Algo así como el efecto Placebo pero a lo bestia.

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    1. Sí, sigo aquí, porque no he podido hacer la "excursión" prevista para hoy. El Colegio de Abogados que me toca para ese asunto está en otra población y no estoy para tomar trenes. A ver si encuentro quien me lleve en coche.

      ¡Uy!, los extásis místicos son como las borracheras pero sin beber. Con tanto automartirio de ayuno y oración de rodillas sobre el duro suelo durante días y noches, es normal que acaben teniendo visiones.

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  7. Ya me dirá usted, je, je!...
    Pues espero que haya tenido suerte con lo del coche, aunque sea pagando la gasolina!... Eso hacía yo cuando actuaba con mi show de humorista y aún no tenía carné ni coche.
    Hasta mañana!

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