viernes, 22 de marzo de 2013

Anécdotas de un mejillón y una leona. ( XIX )



Cuando el apuntador es nuestra perdición

Conté en mi anterior entrada lo cómodos que nos sentíamos los actores con la apuntadora Carmen Henche. No ocurrió lo mismo con el apuntador Juan Antonio Lebrero. Este era un hombre grandote y pesado al que le costaba Dios y ayuda meterse en la concha y salir de ella. Una concha de apuntador no es más que una trampilla en el escenario sobre la que se coloca un techo curvado para que no se vea la cabeza del apuntador. Y en el interior hay una bombillita para que este vea bien los textos del libreto.
Y el señor Lebrero empezó a fallarnos, nos dejaba "tirados" en el escenario ( es un decir porque los cómicos de carpa somos especialistas en improvisar, pero no por eso dejamos de pasarlas putas ) porque pasaba mal las hojas del libro y de pronto te daba un texo de diez páginas más adelante o  quince páginas más atrás. No había una razón lógica para que este hombre fallase tanto, exceptuando el día en que a un moscón o a una avispa le dio por describir órbitas alrededor de la bombilla y de la nariz del mencionado, y este se puso a sar manotazos con el fin de ahuyentar al bicho intruso, no consiguiendo otra cosa que el desamparo de los que dependíamos de él.
Bien, pues cierto día descubrimos la poderosa y etílica razón que motivaba el mal funcionamiento del apuntador: La botella de litro de "agua mineral" que le acompañaba en su trabajo, sólo tenía de agua mineral el envase, el contenido era "ginebra" El buen hombre se ponía más a gustito en la concha que Ortega Cano en el coche.

Hay otro tipo de situaciones "dramáticas" ( "cómicas" en el momento de recordarlas ) que se dan entre los cómicos y sus apuntadores.
En el Teatro Regional no había concha ni apuntador. Cualquiera de nosotros, los actores, ejercía la labor de improvisado apuntador cuando no se hallaba en escena, y lo hacíamos desde detrás del decorado. Pero el que más tiempo estaba con el libreto en la mano dándonos letra era el gran Juanito Torres, pues no salía en las comedias, tan sólo en los fines de fiesta de variedades. Del carismático Juanito Torres hablaré en mi siguiente escrito.

3 comentarios:

  1. ¡Ondia!
    Como la esa de la serie 'Dallas' que no recuerdo ahora cómo se llamaba, la esposa del sobrino honrado de la vieja bruja Angela Channing. Andaba a todas horas con una taza te té, que de tal sólo tenía la taza, no su contenido.

    Flipante pero real. El tal señor Lebrero las hizo pasar canutas, no hace falta decirlo.

    Venga, espero esa anécdota sobre Juanito Torres el lunes. ¡Algo bueno!

    Gracias por haber mantenido el navio durante mis fiebres, señor contramaestre ;D

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  2. A mandar, capitana, je, je!

    No, lo de Juanito ( que ya está escrita ) la pondré el martes, ( mañana ) porque me ha salido algo larga y esta mañana tengo cita para firmar en el Job Centre ( el paro ) y me descoloca un poco. Por la misma razón he hecho un post cortito para mi blog.

    El señor Lebrero era todo un personaje y nos hizo sudar lo nuestro. Muchas comedias te las sabías bien, pero otras...

    Feliz semana!
    ( Imagino que la vida la sonríe otra vez. Dentro de un ratillo miraré el correo, después de publicar el post )

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    Respuestas
    1. Ya tiene mis sonrisas en el correo, señor contramaestre ;D

      Venga, pues el martes, que nadie nos mete prisa.
      Feliz semana y que el Sr. Job ese le sea propicio. Aunque... oiga, el nombre me da mala espina, ¿no se llamaba así un tipo de la Biblia que se murió esperando? ¡Horror!

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