martes, 8 de diciembre de 2015

Concurso de Relatos Cortos Navideños 2015. II

Las bases aquí.

RELATOS ANTERIORES

El Espíritu de la Navidad



Sin Navidad. Leona Catalana




Isona y Arnau estaban excitados. Su abuela les había prometido una sorpresa el día de Navidad, cuando fueran a comer a su casa.

-¿Qué será, mamá, qué será? -la madre sonrió mirando al padre.
-Una cosa muy bonita que la iaia hacía cuando el tiet Varo y yo éramos pequeños.
-¿Se come? -preguntó Arnau por sacar una pista.
-No, no se come. Ya veréis como os gustará.

Albert se dirigió a su mujer en voz baja cuando los niños fueron a jugar.
-Tu madre se arriesga mucho...
-Déjala, ya sabes que no tiene miedo a nada.
-Sí, pero ahora se han puesto imposibles. Son unos salvajes.
-¡Así no podemos vivir, sin libertad!
-Tienes razón -y abrazó a su mujer con ternura, deseando que todo fuera bien.

La abuela llevaba tiempo planeando la sorpresa para sus nietos. Había estado buscando una obra por el barrio y llenó disimuladamente una bolsita con arena. Ni siquiera podía cogerla de un parque infantil porque estos ya no tenían arena. Todo cemento y placas de goma en la zona de juegos.
Nadie le hizo caso. Una vieja que andaba con dificultad, empujando su carrito de la compra azul eléctrico, su color favorito. Ya estaba muy viejo, pero era por los años, no por el uso, ¡ay! Por eso las ruedas estaban perfectas.
Tenía guardadas un par de macetas con tierra. Se las pidió a su hija, de las plantas fenecidas en su terraza.
A su hijo Varo le pidió lo más complicado y peligroso: unas ramas. "¿Las recuerdas?" Varo dijo que sí, aunque vagamente. "No importa, unas por el estilo", le alentó su madre.
-Mamá, que vengo en avión, ¿qué pasa si me preguntan?
-Busca en Google qué plantas son, imprímelo y di que se trata de un trabajo de botánica.
-¡Vale! -y añadió - Te quiero mucho, mamá.
-Lo sé, fill meu, hasta pronto.

Cuando Varo aterrizó en Barcelona, proveniente de Andalucía, fue directo a casa de su madre.
Se echaron los brazos al cuello y ella se comió a su hijo a besos.
Varo abrió con cuidado la mochila y sacó unas ramitas peladas, más otras de romero con el follaje bien prieto. Las había envuelto en un paño húmedo por indicación de su madre, para que no se secasen.
-Bájame del armario esa caja que pone NINES (muñecas)

Esa tarde la abuela volvió a sentirse niña montando el belén. Lo había tenido escondido en aquella caja, bien precintada, y la falsa etiqueta.
Era Nochebuena. Ella y su hijo cenaron y brindaron como antaño. 
Al día siguiente llegaron los niños con sus padres. Nada más entrar vieron el belén montado en la mesa del estudio y se dirigieron a él como flechas.
-Oooooooooh... -Isona se quedó con la boca abierta.
-¡Qué bonito! -dijo Arnau -¿Qué es?

Y la abuela se lo explicó. Le dijo a Isona que ella sí lo había visto antes, pero era muy pequeña y no se acordaba.
-¿Y por qué no has vuelto a hacerlo? -preguntó la niña perpleja.
Aquí vino la parte más difícil, explicar a unos niños de corta edad por qué hay personas que prohíben a otras algo.
-¿Porque mandan ellos? -saltó Arnau.
-Sí, porque mandan ellos -dijo la abuela, no muy segura de cómo seguir.
-¡Son malos! -dictaminó Isona con gesto de determinación.

Se sentaron a la mesa y esa Navidad fue la más complicada para la abuela. Ni cuando tenía que bregar con hermanos, cuñados, tíos y primos lo tuvo tan difícil. Pero había hablado con los padres de los niños y lo aceptaron. Basta de callar y agachar la cabeza. Basta de temer represalias de la policía política del régimen de la Generalitat.
La abuela les contó a los niños toda la historia y les hizo entender que de momento sería un secreto, su secreto, pero que pronto dejaría de serlo y todos podrían montar un belén o no, a su libre albedrio.

-Iaia! ¿Me enseñarás cómo se hace? ¡Yo quiero hacer uno! -saltó Arnau entusiasmado.
-¡Yo también! -añadió Isona.
-El año que viene lo haréis los dos conmigo.

Y los adultos levantaron sus copas esperanzados mientras Varo explicaba a su hermana y cuñado el viaje en avión con las ramas de contrabando, y que si le hubieran dicho algo, él, él...
La abuela sonrió, feliz de tener a sus hijos y nietos.






7 comentarios:

  1. ¡Madre mía, ¿es que existe esta idea de privar a la ciudadanía en Cataluña de una tradición incruenta, cuando aún permanecen los corre bous?, ¿se basa su relato en ello o es puro futurismo ficción?... Puedo llegar a imaginarme un belén sin el Niño Jesús pero no sin el caganer y sin un casteller de pastorcillos con barretina, jeje!
    Preciosa la narración, quizá falta un poco más de juego entre la abuela y los nietos, a mi particularísimo modo de ver, por supuesto, aunque es posible que lo haya evitado para llegar rapidamente a la conclusión.
    ¿"Varo" es un nombre propio completo o acortado?, es decir, como "Vero" lo es de "Verónica"
    ¡Enhorabuena!... Vamos a ver cual es el próximo, a lo mejor uno mio si la gente remolonea, jajaja!

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  2. Desde la biblioteca pública y con el tiempo en contra, le contesto que de momento los ayuntamientos progres se niegan a poner elementos navideños en la vía pública. De ahí a prohibirlos en cada casa hay un paso...

    Cierto, he evitado una charla más directa entre dos personitas que aún no han nacido. Seguramente sucederá en otro relato.

    Varo es Álvaro. Firma así desde siempre. Todos sus trabajos de cerámica y metal están firmados así.

    Seguro que el siguiente relato será suyo. Ya he hablado con algunos y no, no están por la labor.

    ¡Un abrazo, señor contramaestre!

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  3. Es un poco deprimente que la gente no se apunte a estas cosas si no hay una ganancia por medio o una televisión que les brinde su "minuto de gloria" Recuerdo que a final de los ochenta o principio de los noventa, en mi barrio, en Alcalá de Henares, la asociación de vecinos convocó un concurso de relatos navideños y participamos un mogollón de gente, y la asociación dio premios a todos. Yo no pude ir y León, que era un crío entonces, recogió el premio en mi nombre. Claro que, aún no había llegado la televisión basura ni las redes sociales, los que han convertido a la gente en "masa pasiva" que no pasa, por norma general, de un comentario de una línea o un megusta, y sin otra "opinión propia" que la de los panfletillos que comparten. Esos son los lectores que tengo yo en la estadística de mi blog. ¡Feliz noche!

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    1. Amigo mío, la gente, así, en general, me tiene sin cuidado. Yo saco tiempo para todo, para la política y el ocio, aparte de ayudar cuando es necesario y puedo.
      Esta gente -sigamos llamándola así-, unos tienen sus prioridades y fuera de ellas se pierden, se pierden vivir. Otras aseguran vivir a tope, pero en realidad vegetan.

      Usted mismo lo ha dicho, cuando no existían programas basura ni redes sociales, se animaban contentos a participar en estos entretenimientos, pero hoy día es pedir peras al olmo, acostumbrados al 'Megusta' y, como mucho, pueden llegar a teclear estas pocas palabras: "Me gusta mucho. Buenos días!". La mayoría ni esto, meros chafarderos, a ver qué decimos en los comentarios. Esto sí que les encanta, je je je...

      Gracias. Sí he pasado una buena noche, aparte de los libros me llevé de la biblioteca unas cuantas revistas de Historia y anoche me empapé un poco más.

      ¡Buen día!

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    2. A mi me encantan también las revistas como "Historia y vida", pero hace la tira que no paso por el Instituto Cervantes, en donde te permiten llevártelas a casa, como los libros.

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  4. Distopía navideña, o al menos es lo que a mí me parece. Y a mí me encantan las distopías.

    Por cierto, y no es de extrañar en mí: me encanta la segunda imagen. ¿Quién es el ilustrador? Y si no lo sabes, ¿de dónde la has sacado?

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    1. No, no sé quien es el ilustrador, no lleva firma y no me fijé.
      Tecleé en el buscador de Google la palabra 'Navidad', me salieron muchas, y ésta entre ellas.

      Cierto, mi relato es una distopía. Ojalá se quede ahí...

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Lamentamos que exista moderación de comentarios, pero es necesario debido a ciertos anónimos muy persistentes.