lunes, 7 de diciembre de 2015

Concurso de Relatos Cortos Navideños 2015. I

Las bases aquí.

El Espíritu de la Navidad. Iñaki Zurbano Basabe





Resultado de imagen de El Espíritu de la Navidad



Nervios al volante


Conductora novel, novata, primeriza, nerviosísima... "No debería estarlo, coño, ¡no, no!" Pero lo estaba. Elena tenía 27 años y este era su primer viaje sola en coche, sin el profesor al lado, sin el coche de la autoescuela. Elena conducía su coche propio, nuevecito, pero sin un familiar o amigo en el asiento de al lado, alguien que pudiese transmitirle seguridad. De la calle, de alguna tienda, le llegaban las notas de un villancico popular, de esos que nos sabemos de memoria porque son como canciones del verano eternas. Arre, borriquito, arre burro arre, anda más deprisa que llegamos tarde. Arre borriquito, vamos a Belén, que mañana es fiesta y al otro también.
Ocurrió lo que no debería ocurrir, pero ocurrió. No fue culpa suya, pero ocurrió. Un incidente clásico que no llegó a accidente. Gracias a Dios. El niño y la pelota. Llegó la pelota a la calzada y tras ella, inmediatamente, el niño. Elena estaba mirando en ese instante el enorme luminoso que había aparecido al doblar la esquina: "FELIZ NAVIDAD" Pero vio al niño. Vio realmente un bulto, un bulto pequeño que fue hacia el coche como un conejo por la noche. ¡Frenazo! Se quedó clavada en el asiento, pálida de muerte. Una docena de adultos se acercó al coche, al bulto, al niño. "¡Está bien!", "¡Está bien!", "¡No le ha pasado nada!" Se armó de valor y salió del coche. El niño estaba bien. Una criatura de no más de ocho años. Preguntó por su pelota. Elena se desmayó al verlo, tenía un hijo que se parecía mucho a ese niño. Dos mujeres la tomaron en sus brazos e hicieron que se sentase en un banco del paseo. Un guardia municipal arrimó el coche a la acera para permitir que fluyese el tráfico.


El día anterior.

Félix Berciano, "El Mago Félix", anunció en el programa de radio local "Otra dimensión" que el día siguiente iba a ser fatal para un forastero y que otra persona, vecina del pueblo, salvaría milagrosamente su vida. "Sí, va a ser un milagro y un castigo. Pero ¡ojo!, el mal va a seguir existiendo. Cuando la primera persona se salve, morirá la segunda, pero la persona causante de la muerte de la primera persona seguirá entre nosotros. ¡El mal seguirá entre nosotros!" Los asistentes al programa en directo y el presentador estaban perplejos porque el mago Félix nunca había llegado a tanto en sus predicciones. ¿Estaría perdiendo la chaveta? El presentador se atrevió a hacer una última pregunta antes de pasar al siguiente invitado: "Félix, quién va a ocasionar que una persona se salve a cambio de la muerte de otra", "El Espíritu de la Navidad. Sé que suena muy raro, pero eso es lo que dicen las cartas", "¿Y qué significa eso de que el mal seguirá entre nosotros?", "No se más, no veo más en las cartas. Lo siento"


Regresamos al futuro.

Elena ya se siente mejor. Regresa a su coche y se sienta al volante. Faltan unos pocos segundos para una tragedia. 3-2-1... Queda sobrecogida por la fortísima explosión. Docenas de miles de lugareños y forasteros quedan sobrecogidos. Tras los primeros instantes de desconcierto, su mente se serena lo suficiente para pensar: "Ellos otra vez, ¡seguro!" Ellos son la ETA, y en esta década, años 80, la banda criminal está golpeando con mucha fuerza. Ella misma ha sido amenazada por expresar su repulsa y asco en repetidas ocasiones. Elena es concejala.



Unos minutos antes.

"El Pijote", ratero que ha llegado al pueblo para aprovecharse de los incautos en las aglomeraciones navideñas, ve que se le presenta que ni pintada la ocasión cuando la mujer abandona el coche para ver al niño. Con la astucia y ligereza propia de su oficio se hace con el bolso tentador que reposa en el asiento de al lado de la conductora. Un rato después entra en un garaje abandonado. Sabe que allí nadie va a verle mientras comprueba su botín. ¡Guau!, cerca de setenta euros y unas cuantas tajetas de crédito. También hay pequeñas figuras del Nacimiento, barra de labios, colorete, etc. "¿Y esta cajita?, ¿qué es esto?" Al abrirla es cuando se acciona el mecanismo explosivo y... el ratero se convierte al instante en pequeños pedazos de carne humana, huesos y sangre que impactan en las mugrientas paredes del garaje al tiempo que se desploman.

Suena el móvil en la guantera del coche. "Elena, ¿estás bien?, soy Juan", "Sí, gracias a Dios, alcalde", "Perdona, puedo parecerte siniestro, pero... como estás amenazada he pensado...", "Alcalde, me han robado el bolso, tengo el presentimiento de que... alguien me ha salvado la vida" Y, dichas estas palabras, rompe a llorar.



El mal sigue existiendo.

No les fue difícil arrimarse a ella en una concurrida cafetería. Uno se fingió votante de su partido y cruzó unas palabras con ella, mientras el otro introducía en su bolso el pequeño artefacto. Iñigo Zudaire, "Tximbito" y Eneko Larrátegui, "Bin Laden", ya se han cobijado en su cloaca, el piso franco. Ya están enterados de que solo ha habido una víctima y de que esta no ha sido la asquerosa concejala españolista. "¡Qué suerte ha tenido la hija de puta!"



Navidades blancas.

"El Espíritu de la Navidad ha movido al niño para que se detenga el coche y se salve la concejala. Ahora todo encaja", comenta ufano El Mago Félix. Nadie se atreve a reírse de él después de este "acierto pleno" La hebilla del cinturón y las huellas dactilares en un dedo han servido para identificar a "El Pijote" "¡Esta nevando!", "¡Está nevando!", gritan chiquillos y adultos desde balcones y ventanas. Todo un espectáculo en el pueblo, pues hace muchísimos años que no nieva. A lo mejor también es cosa del Espíritu de la Navidad.


Resultado de imagen de Navidades blancas





6 comentarios:

  1. ¡Ostras! Se curra usted los relatos a base de bien. Impresionante.
    Todos los párrafos contienen detalles sin desperdicio, la música en la calle, las luces y adornos, el niño, lanzado "como un conejo" ante el coche, el municipal apartando éste para no entorpecer el tráfico... Y cómo lograron introducir el paquete en su bolso.

    Seguro que fue el Espíritu de la Navidad, ¿quién si no?

    ResponderEliminar
  2. Joder, menos mal que alguien me dice algo bueno hoy, que menudo día más cabrón que llevo, jeje! Muchas gracias, Teresa, ¡un abrazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Quién se atreve a tratar mal a mi contramaestre?
      ¡Dígamelo, que le hago pasar la plancha!

      Otro abrazo.

      Eliminar
  3. Muy buen cuento, Iñaki, pero tengo una duda: si la historia está ambientada en los 1980', cuando ETA estaba en todo lo suyo... ¿por qué hay euros y teléfonos móviles? Entiendo que no es un relato histórico, pero oiga, es llamativo, jajaja.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Ostras! Yo no me he dado cuenta de esto, pero tienes razón.

      Eliminar

Lamentamos que exista moderación de comentarios, pero es necesario debido a ciertos anónimos muy persistentes.