miércoles, 19 de agosto de 2015

Concurso Veraniego de Relatos Cortos 2015. XV

Las bases del concurso aquí.

RELATOS ANTERIORES:


Fábrica de Sueños 
Risa cantarina
¡Antes le pegaré fuego! 
El chuchete poseido por la nutria
MOSQUITO 
La playa de mamá 
DESTINO FINAL 
Descubrimiento y castigo 
VACACIONES EN EL MAR
LOS PROTOCOLOS NO SON PARA EL VERANO...
Posiblemente una historia triste 
LA OTRA CARA DEL VERANO
Saque de honor 
LA CHAPA


 Trueque de amor. Iñaki Zurbano Basabe











Ibrahim es un simpático y espabiladísimo zagal de 14 años. Es marroquí, pero le llamaremos zagal porque estamos en tierras murcianas y él llegó a estas soleadas tierras, tan soleadas como las de su país de origen, cuando tenía solo tres añitos.
Ibrahim estudia en un colegio de Murcia capital y ayuda a sus padres en verano. El negocio familiar es un puesto ambulante de frutas y verduras, un tenderete con toldo a franjas verdes y blancas que instalan cada día de la semana en un pueblo diferente.
Hoy es jueves y estamos en Santiago de la Ribera, un hermoso enclave turístico de La Manga del Mar Menor, cerca del aeropuerto de San Javier y a un paso de San Pedro del Pinatar, el último pueblo murciano costero en la carretera de Alicante.
Para hoy, después de recoger el tenderete del mercadillo, sobre las tres de la tarde, Ibrahim había pensado darse su primer baño de mar veraniego. La playa está a solo 300 metros del mercadillo. Pero hay un impedimento: su padre le ha aplazado la compra del bermudas que le había prometido, porque ayer, en el mercadillo de Alcantarilla, le dio mal las vueltas a un cliente. Le devolvió dinero como si este le hubiese dado para cobrar un billete de 50 euros, cuando en realidad le había dado uno de 20. Y se percató del error muy tarde, pues el espabilado cliente puso pies en polvorosa al verse favorecido por la Diosa Fortuna.
"¡Jo, cuánto dinero me han regalado por un kilo de plátanos, ja,ja,ja!"
"¡Menuda faena!, un día de sol precioso y sin bañador para poder darme el primer baño del verano, ¡y con lo buena que está el agua del Mar Menor!"
Pensó en Isabel, su amor, la niña más guapa de todas las niñas de todos los mercadillos semanales. ¡Oh, cuánto le gustaba Isabel!... Rubia de ojos verdes, sonrisa dulce, 13 añitos... Casi tan mayor como él. Y se había dado cuenta enseguida de que a ella también le gustaba él.
"Isabel será mi mujer cuando seamos mayores y haré que sea muy, muy, muy, ¡muy feliz!, y no como esos hombres malos que pegan a las mujeres"
De pronto tuvo una idea, ¡una gran idea! Había pensado más de una vez hacerle un regalo a Isabel, pero nunca se atrevió.
"¡Ahora es el momento!, espero que mi padre no tenga contadas las sandías"
- Ya está todo en la furgoneta, papá. ¿Puedo irme a dar una vuelta por la playa?
- ¿Y qué vas a hacer en la playa sin el bañador?
- Mirar.
- ¿Ya has comido?
- Sí, me ha puesto mamá un bocadillo grande de lomo y unas patatas fritas.
- A las cinco nos vamos. Estate aquí puntual.
Mohamed sentía el castigo que le había puesto a su hijo, pero el chico estaba allí para aprender a vender y a capear los problemas que se presentan en la vida, que el resto de las cosas ya se las enseñaban en el colegio.
Al primer descuido paterno sacó de la furgoneta una de las más grandes y hermosas sandías y se dirigió a la parada de su amada Isabel. Solo distaba unos 150 metros, pero empezó a acusar el peso de la apetitosa esfera verde.
"¡Uf, como pesa!, espero que no les haya dado por recoger antes de tiempo a los padres de Isabel. Yo no me la puedo comer entera, ni tengo cuchillo"
Pero, afortunadamente, en la parada de Isabel aún estaban haciendo ventas, e Isabel recibió a Ibrahim con una radiante sonrisa.
"Sí, sí, ella me quiere a mí tanto como yo a ella. ¡Jolines, y es guapísima!"
Cuando se fueron los útimos clientes, Ibrahim avanzó unos pasos y le ofreció la sandía.
- ¿Es para mi? - preguntó Isabel.
Ibrahim vio de reojo que se acercaba Don Ramón, el padre de Isabel.
- Sí, para... ¡para todos!
- ¡Muchas gracias, Ibrahim! - le dijo Don Ramón - Seguro que está riquísima. Mira, íbamos a comprar fruta para después de la comida, pero nos has solucionado la papeleta, ¡je,je!
- ¡Jo, que bermudas más chulis tienen!
- Sí, ¿te gustan?
- Claro, algunos, pero no puedo comprarlo porque mi padre todavía no me ha dado el dinero.
- Pues me lo pagas otro día. Bueno, no, te lo doy a cambio de la sandía. Eso es, en vez de dinero, hacemos un trueque, como nuestros antepasados.
- Vale, pero no se lo diga a mi padre, que este es un negocio mio.
- ¡Ja,ja,ja!... Tranquilo, no se lo digo. ¡Ja,ja,ja!, '¡menudo pillastre!
Ibrahim sabía hacerse querer y "entendía de negocios"
El día de la sandía y el bermudas no lo olvidaron jamás. Ella recordaba de aquel día el desparpajo de él, y él la sonrisa maravillosa que le tenía enamorado. Y siguen recordándolo a menudo quince años después. Isabel es trabajadora social e Ibrahim veterinario. Ambos vocacionales. Matrimonio feliz hasta la fecha, quinto aniversario. Y siempre aprovechan algún puente o las vacaciones de verano para acercarse a los mercadillos y echarles una mano a sus padres, pues a fin de cuentas también aprendieron ese oficio. Y una deliciosa sandía, compartida en familia, después de una suculenta paella en la playa de Santiago de la Ribera, es para ellos lo mejor de lo mejor en verano.
Y dentro de cuatro meses va a haber otro en la familia. ¡Enhorabuena, papá y mamá, por vuestro primer zagal!




8 comentarios:

  1. Agradable relato este, me gusta, me gusta. Ya sabe usted que me encantan los finales felices.

    Como siempre, todo un derroche de detalles, pero comedidos hasta el último.

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  2. Sí, se agradece este romantico relato. Ademas, ya sabe que me gusta mucho el mundillo de los mercadillos asi que lo he disfrutado. Y, por cierto, me encanta el título "trueque de amor".

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  3. ¡Gracias!... Pero ya sabe usted que no siempre puede haber finales felices. ¡Volveré a ser malo, je,je!

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  4. Jo, ¿y cómo es que se pone el comentario de Mar entre el de Leona y la respuesta que yo le había puesto ya?

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    Respuestas
    1. Porque usted, Tursiops y otros, son miembros de la tripulación desde que se creó, mientras que Mar, Enriqueta, Jeromo y quien se tercie, no.
      A los comentarios de ellos tengo que darles paso yo cuando me conecto y los veo, por tanto, Mar dejó el suyo antes que usted la respuesta a mí y como salen de manera automática, de ahí estar enmedio.

      Usted no usa 'Responder', de lo contrario, esa respuesta habría salido debajo de mi comentario, en respuesta a él.

      Todos los comentarios tienen la opción a ser respondidos individualmente, así se evitan lios innecesarios.

      ¡Buenos días!

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    2. Ahora le he dado a "responder". ¡Gracias por la información!

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  5. Gracias, Mar!, recuerdo tus fotos en tu puestillo del mercadillo. ¡Que tengas siempre buenas ventas y disfrutes de ese ambiente!

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Lamentamos que exista moderación de comentarios, pero es necesario debido a ciertos anónimos muy persistentes.