lunes, 17 de junio de 2013

Anécdotas de un mejillón y una leona ( XXXVII )

La gran revelación de Luis Roldán




El oficio de actor se basa en fingir personajes y estados de ánimo, haciéndolos creibles al espectador. La cosa se complica un poco cuando el espectador no es un espectador pasivo porque le has mezclado en ciertos manejos y el ignora que esté siendo manejado. Vamos, que se cree que tú eres un canalla y que su vida está en peligro, poniendo un caso extremo. Cosa seriecita esta.
Mucha gente se pregunta: "Cómo es que hay personas tan tontas que se creen que sois mafiosos, policías, etc.?... A mí no me lo haríais" Ja, tú estás en tu casa y lo ves por la tele, estás abierto a las fantasías que te venden, pero ellos no, ellos no lo ven por el cuadradito de una pantalla, no piensan en bromas de guionistas ocurrentes y actores con mucho morro, sólo piensan que tienen delante un hijo de puta, o varios, que les están creando un problema, y si el actor que interpreta a ese hijo de puta sabe hilar fino ( descartando tonos de teatro o exageraciones que lo pueden echar todo a perder ) el pardillo cae en las redes enseguida, y si alguien sospecha que se trata de una broma, generalmente se calla por la actitud amenazante del provocador. ( "Joder, yo llegué a pensar que era todo irreal, pero no dije nada porque estaba acojonado", nos dijeron en alguna ocasión )
La gente no ve cámaras, a la gente no le viene a la cabeza que en su ambiente, en su bar, en su casa, le pueden estar haciendo una putada televisiva. Los actores no damos tregua para que el pardillo piense, le hablamos en negativo para ponerle a la defensiva, al contrario que los timadores, que le hablan en positivo para despertar su codicia, pero tanto en un caso como en el otro no se le deja pensar que todo es una trampa.
El espectador que dice "yo no picaría", no ve lo persuasivos que somos, ni tampoco nos ve mucho la cara, nuestro "convincente semblante", porque casi todos los planos se los lleva la "víctima", la estrella del show a fin de cuentas.






Y aquí me tienen ustedes convertido en un auténtico gangster y puteando a un honrado ciudadano, el dueño de una imprenta de Madrid.
Estoy en "mi chalet" de la zona norte de la capital, en uno de estos tres pueblos de ricos: Pozuelo, Aravaca o Majadahonda, no recuerdo en cual de ellos. Sí recuerdo que uno de mis "gorilas" era Chemari, pero se me ha olvidado el otro actor, quizá porque fue alguien que trabajó sólo ese día.
A la hora convenida llegó el impresor, al cual se hizo venir con el señuelo de que iba a ser un trabajo sencillo y muy bien pagado.
Le hablé desde mi mesa de despacho, sin invitarle a que se sentase. Advertí su intranquilidad desde un principio. Mi aspecto, sin llegar a la caricatura, era el de un mafioso perfecto. ( Buen trabajo de estilismo! A veces me recuerdo a mí mismo - en este y en otros personajes parecidos que hice - cuando veo en el periódico las jetas de Correa, El Bigotes o del propio Luis Bárcenas )
Le hablé con absoluta naturalidad del trabajo que queríamos que nos hiciese. ( Utilicé en todo el momento el plural, tal y como me habían marcado )
"Una persona muy importante de la política española, del cual no podemos revelarle la identidad en este momento, quiere proclamar a los cuatro vientos sus verdades, y usted va a ser el encargado de imprimirlas"
No recuerdo cuantas octavillas le pedí que nos hiciese, pero fue una barbaridad, cientos de miles.
"Este señor va a regresar a España a dar la cara, pero antes es preciso que se sepan cosas de otros peces gordos que le han dejado en la estacada, y el las va a contar. Las octavillas se lanzarán desde el cielo sobre el estadio Santiago Bernabeu en el próximo partido"
A estas alturas de mi perorata el impresor ya sabía que le hablaba del huído Luis Roldán, y noté que empezaba a acojonarse. Titubeó, dijo que él no quería meterse en política, que le dejásemos marcharse. Le respondí que tenía que colaborar con nosotros por narices, le gustase o no, porque ya estaba en el ajo por haber venido. Chemari dijo en ese momento algo, no recuerdo qué, él no iba a hablar en esta broma, pero se lo debieron dictar por el pinganillo, y la cosa es que el impresor se acojonó más todavía, su cara era ya un poema.
Continuó el tira y afloja durante un buen rato, él acojonado y yo imperativo. Por lógica no recuerdo con exactitud el diálogo, aunque muchas cosas me las iba diciendo el realizador por el pinganillo. Y por fin le dije:
- Está bien, puede usted irse... ya que no nos ponemos de acuerdo.
Y se quedó clavado en el sitio, acojonadísimo, pálido, no en vano había visto al llegar la pareja de dobermans que había en el jardín. Lo que le habíamos propuesto, las pintas que teníamos, los lindos perritos... no le animaban a salir de allí tan traquilo. ( Ah, y ahora recuerdo: a Chemari se le veía de vez en cuando la "pipa" que guardaba tras la chaqueta )



 

Y fue entonces cuando el realizador decidió poner el broche de oro: Sonaron sirenas policiales y fingimos alarmarnos mucho. "Rápido, rápido, escóndase!", le dijimos. y casi a empujones le introducimos en un armario. No quería entrar porque él era "un hombre honrado", pero le advertimos que la "la policía dispara primero y pregunta después"

Al salir del amario se encontró con el "tinglado de la antigua farsa", que diría Benavente, pero en su versión televisiva más hijoputesca. No vean ustedes la cantidad de gente que aparece al terminar una broma de cámara oculta: Realizador, cámaras, guionistas, sonidista, estilista, peluquera, auxiliares...

Unos minutos después yo estaba en una parte de la habitación con un corrillo de gente y él hablaba con otras personas del equipo, y advertí que un par de veces su mirada se dirigió a mi con miedo. Su subconsciente no aceptaba que la realidad era lo de ahora.
Yo, una piltrafilla en la vida real, había acojonado a aquel hombre. No me extraña que la Iglesia nos haya tenido tanta tirria a los cómicos a lo largo de los siglos, debe ser porque nos consideran unos peligrosos rivales en hechicerías, ja, ja, ja!

La broma, naturalmente, no llegó a editarse. Lola, la chica de producción, ni se acercó a pedirle la firma. Alguien me dijo que aquel pobre hombre se había meado encima, supongo que fue mientras se hallaba en el armario. No le critico, en absoluto, incluso creo que a mi me hubiese ocurrido lo mismo en el caso de haber sido yo la "víctima" No tengo madera de "duro", sólo soy un comediante, o lo era.

Epílogo

Algún tiempo después fue capturado Luis Roldán. Del lejano Laos se lo trajeron unos policías, polis de verdad, no como los que hicieron sonar las sirenas aquella tarde.


Próximo post de Mencigüelo Mejillón:

"Cambiar y cambiar de imagen y un león marino deprimido"

2 comentarios:

  1. ¡JA JA JA! ¡Esta sí que es buena, usted de mafioso!
    Lástima que no se emitiera, me habría gustado mucho verlo.

    Pobre hombre, debió pasarlo muy mal. ¿Y si llega a darle un infarto? De ser él, yo le habría clavado dos hostias al familiar o amigo que pidió la broma.
    Creo que fue en Gran Bretaña que se hizo algo por el estilo, pusieron un maniquí o un actor, no recuerdo bien, caracterizado del monstruo de Frankestein en una cabina, de noche. La mujer que lo vió sufrió un infarto y aunque se salvó, quedó gravemente enferma. El marido lo denunció y tuvieron que apoquinar un pastón de cuidado.

    Además, puede que alguna vez salga el tiro por la culata porque si a mí me gastan un bromazo de estos y me lo trago, viendo mi vida en peligro, pongamos que en un intento de violación, hundo los dedos en los ojos y se los deshago que tiene que comprarse un bastón blanco y un perrito. Las cosas como son y hay bromas intolerables y peligrosas.

    ¡Hasta mañana!

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  2. No fue en la única broma que hice un personaje parecido. Me solían dar tipos de brutotes o ingenuos. Con Mercero, por ejemplo, hice tres ingenuos. En publicidad "me especializaron" en cocineros, policías, camioneros y taxistas.
    Tiene usted toda la razón del mundo, no es plato de buen gusto convertirse en el cahondeo de familiares o amigos y al mismo tiempo de una pandilla de cómicos, pero para los actores es un trabajo como otro cualquiera y a veces muy agradecido, pues el Ta Tocao se prolongó muchas semanas.
    Hubo más bromas que no pudieron emitirse, otras - las menos - en las que nos descubrieron, y muchas en las que lo pasamos muy bien.
    Buen día! ( Aquí atípicamente luminoso )

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