miércoles, 19 de diciembre de 2012

¡Queridos Reyes Magos! He sido............

I Concurso de Relatos Cortos Navideños






A pesar de aquel gélido frio y la humedad reinante que calaba hasta los huesos,  Germán, junto a su hermana  Sandra , algo menor que el,  habían salido del refugio ofrecido por aquella chabola que su padre había construido a base de desperdicios de madera y chapa que había ido recogiendo por los vertederos . Desde donde se encontraban,  debido a la orografía del terreno, ya que el solar donde les habían permitido al menos de momento instalarse estaba situado a las afueras de la población y  unos metros por encima de ella, podían ver perfectamente  la gran avenida por la que dentro de unos minutos iban a pasar aquellos tres reyes a la grupa de sus gigantescos camellos y acompañados de aquellos pajes que les servían de ayudantes. También podían ver el final de esta, que terminaba en una plaza donde se habían instalado  tres tronos bellamente engalanados sobre un estrado construido ex profeso para aquel acontecimiento.
.- ¿Qué nos van a traer a nosotros?.- Preguntó la niña ilusionada.
.- No creo que nos traigan nada, estamos muy altos y los reyes no podrán subir hasta aquí.- Germán sin mirarla, pero sin soltar la manita de su hermana, intentó que Sandra no se llevase una desilusión al esperar que la colmasen de regalos como había ocurrido en el  pasado.
.- ¿Y la carta que les mandamos?.- Se refería a una carta que habían escrito y que el muchacho lanzó al aire tras haberle dado forma de avión.
.- No se, a lo peor no la han recibido, no me salió muy bien.
No quiso explicarle que los estúpidos  Reyes Magos, al igual que Papa Noel y Santa, solo te regalan cosas cuando tienes dinero.
Sin pretenderlo su mente retrocedió apenas un  año, solo un año. 
Se habían levantado de la cama el día de reyes y habían encontrado toda la habitación llena de regalos, no era lo que ellos habían pedido, pero aunque mas modestos a ellos les había producido una gran satisfacción, en especial a su hermana. Por supuesto, el a sus diez añitos  ya sabía quienes  eran los verdaderos responsables de tal evento. Había sido en el colegio, donde Rubén el niño mas rebelde pero que era su amigo, lo había estado explicando dándoselas de importante al estar rodeado de un grupo de compañeros. También les había dicho como se hacen los niños, y que el, había pillado varias veces a sus padres haciendo a su hermanito en diferentes posturas, por lo visto debía doler mucho porque los dos gemían según el .
Apenas un par de meses después de terminar aquellas navidades oyó a sus padres hablar, el paro se  había acabado, ya no iban a recibir ni un euro más. Su madre se había puesto a llorar y su padre apenas si podía contener las lágrimas. Unos meses después había llegado un hombre acompañado de la policía y les habían echado de casa. Parecía que había pasado un siglo. 

Después de tirarlos de muchos lugares donde habían pretendido montar su chabola, al fin la policía parecía haber hecho la vista gorda y les permitían seguir allí. Su padre, gracias a esos desechos mencionados, había construido para ellos una pequeña residencia donde poder  estar mas o menos confortables, dentro de lo delicado de la situación. Disponían de un pequeño comedor, un rinconcito que hacía las veces de  cocina y dos pequeños dormitorios donde dormir sus padres y ellos. Incluso disponían de ventanas, que Julián su padre, había hecho con unos trozos de un material que había encontrado y que tenía un nombre muy difícil de pronunciar, metaquilatro, al fin había aprendido a pronunciar aquello que parecía plástico. Con un cable enterrado en el suelo hasta el  poste eléctrico mas cercano se abastecían de electricidad, con la que podían alimentar un frigorífico y un televisor, que alguien, en mejor situación que ellos había abandonado junto al contenedor de basura, posiblemente los habrían renovado por otros mas modernos. También tenían una estufa de leña que el hombre había encontrado en el derribo de un chalet.
Su madre, Laura,  lograba no sin esfuerzos que la casa estuviese lo mas limpia de tierra posible, e incluso había puesto algunas plantas en la ventana y en la entrada de lo que ahora era su hogar.

.-¡Mira, mira! ¡Ya llegan!.- Sandra se puso a dar saltos de alegría al ver aparecer a los Magos. German por su parte intento sonreir al ver a su hermana, pero en sus labios apenas si se dibujo una mueca.

Habían pasado casi dos horas y el acto de reparto de regalos en la plaza  llegaba a su fin. Laura había salido un par de veces a decirles que se iban a quedar helados y que la cena estaba sobre la mesa, pero Sandra no había querido entrar y su hermano no estaba dispuesto a dejarla sola.

.-Bueno, esto ya se ha acabado, vamos para adentro.- 

La niña agachó su cabecita compungida pero sin soltar un lamento, aferrando la mano de su hermano entró junto a este en la choza. Enseguida sintieron un agradable calorcito , la estufa de leña que Julián había encendido hacía que aquel refugio fuese mas acogedor.
Se hallaban cenando al tiempo que veían el televisor cuando un tumulto se escuchó fuera de la morada.
Sus padres se miraron entre contrariados y asustados durante unos instantes que fué los que tardó Julian en reaccionar. Se levantó, fue hacia la puerta y salió al exterior con un palo que pensaba utilizar en la estufa. Los dos niños corrieron junto a su madre y esta les cobijo junto a ella sin perder  de vista la entrada.
No había transcurrido un minuto cuando el hombre volvió a entrar por la puerta, su rostro estaba resplandeciente con una amplia sonrisa que le llegaba de oreja a oreja.
.- ¡Salid fuera!¡De prisa salid fuera!.- Gritó a su familia que le miraban sorprendidos.
Los cuatro salieron fuera y la escena les dejo helados, pero no de frío.
Los tres reyes, sus monturas y cuatro pajes, todos ellos precediendo a un centenar de personas del barrio mas cercano se estaban acercando hacia ellos. Entre ellos el señor Joaquín, el tendero del barrio que aún resistía a pesar de la presión que los supermercados ejercían sobre los pequeños comercios. Doña Antonia, una anciana mujer que vivía sola y a la cual su nieta visitaba con frecuencia para ayudarle. La señora Enriqueta, harto refunfuñona pero con un grandisimo corazón, acompañada de Claudio, su esposo, quien no hablaba por no pecar. Así hasta un centenar de personas aproximadamente. Las mismas que meses atrás habían evitado que les echasen de aquella chabola, las mismas que dentro de sus posibilidades les ayudaban con alimentos, ropa e incluso algún dinero todas las semanas. Las mismas que no habían dejado a las asistentas sociales mandar a  los niños a un centro estatal.
Todos ellos tenían en gran estima a aquella familia que debido a la situación estaban pasando malos tiempos, y ahora, se habían unido para que German y Sandra tuviesen aquel año sus regalos de reyes. Para Julian y Laura también había una grata sorpresa. A don Severino, uno de los vecinos mas pudientes de la barriada, le había quedado vacío uno de los cuatro pisos que tenía alquilados, entre todos le habían convencido para que lo alquilase a la familia sin ningún tipo de entrada y a un precio casi simbólico.

Los García siempre recordarían aquel día de reyes como el mejor día de sus vidas.

5 comentarios:

  1. ¡Caramba! me has arrancado una lagrimilla.
    Esto sí son unos Reyes Magos como es debido, buenas personas que ayudan a quien lo necesita y se engrandecen a sí mismos por su buen corazón y humanidad.
    Fantástico relato.

    ResponderEliminar
  2. Lástima que todas las malas situaciones no tengan un final feliz. Si bien es cierto, que en momentos críticos los corazones solidarios se multiplican.
    Me alegra que te haya gustado, lo he escrito al corre prisa para estar a vuestro lado participando en este concurso. No quería perdérmelo.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Hola, lo suyo no es un final feliz, es un final felicísimo!... Estupenda descripción del ambiente chabolista y los sueños y desesperanzas de los niños. Los cuentos navideños, sobre todo cuando los protagonistas son los niños, siempre tienen un final feliz porque las grandes esperanzas de la humanidad se centran en los niños, y las fiestas de Navidad y Reyes son más que nada de ellos. Lo malo es que la pérfida realidad se empeña a menudo en llevar la contraria a los cuentos.
    Saludos cordiales!

    ResponderEliminar
  4. Saludos Don Bonifacio, no podía dejar que tuviese un final triste, suficientemente tristes estamos todos ya con tantas tragedias y problemas diarios. Así que me he permitido la licencia de contar una historia triste pero un feliz final.
    Saludos y que pase unas ¡FELICES FIESTAS!

    ResponderEliminar
  5. Hola casasrealesdesnudas, he disfrutado leyendo tu cuento de navidad. Es realmente entrañable.

    TE DOY MI VOTO

    Felices fiestas.

    ResponderEliminar

Lamentamos que exista moderación de comentarios, pero es necesario debido a ciertos anónimos muy persistentes.