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Autor: Iñaki Zurbano Basabe
Fieras en la playa
Fernandito
Santibáñez era un crack, se desvivía por los demás. Al bueno de
Fernandito le podríamos definir como un cincuentañero con sentimientos
de niño bueno. En verano ayudaba a poner las mesas y sombrillas de
algunos chiringuitos de la playa, o hacía de "hombre anuncio"
recorriendo el paseo marítimo con un cartelón colgando. Y ya no diré más
sobre Fernandito porque podría destripar el final de la historia.
La playa de Valdemares de Santa
Rosaura era de arena blanca muy fina, embellecida con palmeras grandes y
pequeñas que la separaban del paseo, y en verano adornada con
sombrillas de todos los colores y publicidades.
En los últimos veranos abundaban las
bañistas con las tetas al aire, pues el fallecimiento del anterior
párroco troglodita había relajado las costumbres valdemaresenses y ya no
acudían a la playa las viejas beatas a rezar el rosario ante las
bañístas impúdicas.
Cierto día agosteño de 2.014 sucedió
algo aparatoso. Cundió el pánico entre la población bañista porque
apareció un león en la playa. El "Gran Circo de Kazakhstán" se había
instalado en el pueblo días atrás, y en su repertorio incluía animales:
leones, caballos enanos, un "burro inteligente" y un gorila. El gorila,
el pobre, sólo vegetaba en el interior de una jaula herrumbrosa de
reducidas dimensiones.
La desbandada de bañistas dejó la
playa más vacía que cualquier día de invierno. Con lo que se habían
esforzado algunos para pillar buen sitio en primera línea de playa, je,
je!...
El león era muy viejo y estaba
mermadísimo de facultades, tanto que lo que menos le apetecía era
devorar bañistas. Su único delito había sido aprovecharse de que su
cuidador se había dejado la puerta de la jaula abierta después de hacer
la limpieza. Los demás leones estaban echando la siesta y no se
percataron de la novedad.
Una sola persona se había quedado en
la playa, desafiando el peligro y protegiéndose de la fiereza del sol
bajo una sombrilla rojigualda. Era el más facha del pueblo, Don Aurelio
Torregrosa, comerciante jubilado, un hombre gordinflón, nostálgico del
franquismo y más enemigo de Rajoy y compañía que de los "sociatas"
Don Aurelio se sentía un héroe en
estos momentos. Extrajo de su bolso de deportes con pegatinas de Franco y
del águila imperial su pistola Astra para la cual contaba con su
preceptiva licencia ( La tenía por si en alguna ocasión necesitaba
utilizarla para defenderse de algún "maldito emigrante" ) y se dispuso a
plantar cara al león a pecho descubierto, y nunca mejor dicho, si bien
Don Aurelio tenía pechos, en plural. Quitó el seguro del arma y apuntó
al felino, que ya estaba sólo a unos ocho metros de él.
Un segundo antes de apretar el
gatillo le llegó el ulular de varias sirenas policiales. Mientras dudaba
entre disparar o no disparar, vio acercarse por la arena a varios
municipales y a un individuo que tenía pintas de "maldito emigrante" El
individuo era el domador de leones, y aunque sabía que podía llevarse
perfectamente a "Simba" sujeto con una cadena, como si se tratase de un
perrito, hizo el paripé de cara a la galería. Le disparó un dardo con un
fuerte narcótico que le durmió. "Simba" cayó al instante en brazos de
Morfeo. Se lo llevaron al circo en una furgoneta, mientras aprovechaban
para hacer su ruidosa publicidad: "Fieros leones de Bengala,
antipodistas rusos, la bellísima trapecista Miss Taylor!..."
Los días siguientes fueron una
pesadilla para la familia circense, pues tuvieron que aguantar los
"escraches" de varios colectivos de defensa de los animales que llegaron
desde distintos puntos de la provincia. "A-QUI-SE-TOR-TU-RA!...
A-QUI-SE-TOR-TU-RA!...", gritaban los "escrachistas".
Pero el negocio no se resintió porque
se había corrido la voz de que actuaban dos contorsionistas y una
trapecista a las que "casi se les ve todo" ( La trapecista se anunciaba
como Miss Taylor, pero en realidad era una alabeceteña llamada Enriqueta
Terradillos )
Don Aurelio tuvo que aguantar el
sarcasmo de un periodista local muy cachondo, un "maldito rojo" en
opinion del interesado. El plumilla dijo en su crónica que "Don Aurelio
no se arredró ante la fiera, como Carrillo, Suárez y Gutiérrez Mellado
ante Tejero" Al facha esto le jodió lo indecible porque para él el héroe
del 23F había sido indiscutiblemente Tejero. Pero fue desagraviado por
sus incondicionales. Los fachas de Valdemares de Santa Rosaura le
homenajearon con una suculenta paella para que engordase su estómago
además de su ego.
Y tan sólo cuatro días después
ocurrió otro aciago suceso similar al anterior, con la diferencia de que
esta vez el final fue trágico. Apareció un gorila en la playa. Nueva
desbandada de playeros. Y nuevamente Don Aurelio se creció en valentía,
pero esta vez no estaba dispuesto a que le arrebatasen la pieza. No
esperó a que el gorila se acercase. Levantó sus orondas carnes de la
resistente silla plegable y caminó sudoroso hacia la posición en la que
se encontraba el gorila, pistola en mano, decidido, enfebrecido, ansioso
por matar... !
El gorila se había quedado pasmado
porque no se esperaba tal desbandada de humanos. Don Aurelio llegó hasta
él y le apuntó al corazón. Un sólo disparo sirvió para derribarlo, pero
quiso asegurarse y le dio el tiro de gracia, balazo en la cabeza y
adiós gorila!
Miró con orgullo hacia la multitud
que le observaba desde el paseo. "Je, je, para que luego habléis mal de
los patriotas que portamos armas. Os he salvado de un peligro latente,
rojos maricones!"
Pocos minutos después llegaban los
policías y los sanitarios. Bajo el disfraz de gorila descubrieron el
cuerpo inerte de un hombrecillo cuyo error había sido presentarse en el
lugar equivocado con un disfraz muy bueno. Algo parecido a lo del león,
pero con un final peor, y eso suponiendo que el león viviese una feliz
existencia durante su tiempo en el circo, antes de que decidiesen
abandonarlo en una cuneta.
Fernandito convenció al dueño del
chiringuito "El gorila playero" para que le comprase el mejor disfraz de
gorila que vendían en una tienda especializada de la capital. "Ya verá
usted, Don Sebastián, va a ser una promoción estupenda!"
Fernandito llegó a la playa bajo la
piel del gorila, y antes de que pudiese gritar "Chiringuito El Gorila
Playero, perscaíto frito todos los días!", vio que algunas personas
echaban a correr. Creyó que lo hacían de broma y les siguió la corriente
dándose golpes en el pecho, como King Kong. Hasta que vio a Don Aurelio
apuntándole con una pistola. Y justo cuando iba a decir: "Hola, Don
Aurelio, soy Fernandito"... BANG!!
Don Aurelio está a la espera de
juicio, pero todo parece indicar que quedará en libertad. Su abogado
alega legítima defensa, dado que nadie sabía que aquello era un disfraz.
Fernandito Santibañez fue despedido como un héroe. Incluso tocó en su funeral la banda de música de Valdemares de Santa Rosaura.
Los bobos de siempre, que son muchos, dijeron que el circo aquel
tenía gafe. Ya no quieren acordarse de las dos contorsionistas y la
trapecista a las que "casi se les ve todo"
¡Otia! un relato de los que usted nos suele obsequiar, con muerte de inocentes, ¡uf!
ResponderEliminarUn poco largo, amigo mío. Disculpe que lo repita aquí, pero es para que lo sepan posibles participantes, que luego se les quitan las ganas creyendo que han de emularlo.
Llevar armas encima cuando no se es miembro activo de ningún cuerpo de seguridad, sólo lo hacen los que están desando usarla por un quítame allá esas pajas, como una discusión de tráfico por ejemplo, lo cual ha sucedido más de una vez desgraciadamente.
¡Feliz finde!
Que bueno, que imaginacion
ResponderEliminarGracias mil, señor director!... pero no es para tanto.
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