Las bases
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El espíritu de la Navidad
Sin Navidad
Amor y paz
Tradición y gloria mediática
CABALLETE TROYANO
Un final muy feliz
PARA MONTAR EL BELÉN
El ex guardia y el sospechoso
Carolina y sus dos hijos, Aura y Varo, habían cenado la noche de Reyes en casa de la madrina de ésta, como venía siendo habitual desde hacía años.
A Carolina le encantaba como su tía preparaba la puesta en escena: al entrar los niños en casa, el tío los enredaba en la pequeña habitación del pasillo a puerta cerrada, contándoles "batallitas", mientras el padre subía los paquetes de regalo que estaban en el maletero del coche sin saberlo los hijos, porque entre él y su mujer se llevaban un tute que ni la Stasi...
Los regalos que traía Carolina eran para sus tíos y primo. Los que tenía la madrina, para todos, adultos y niños.
Carolina se apresuraba a poner sus paquetes en la parte de fuera de la ventana del comedor, donde ya estaban los de su tía. Bajaban la persiana y no se veía nada desde dentro.
Después de cenar y degustar el roscón de Reyes, alguién decía que "había oído algo", al tiempo que golpeaba debajo de la mesa, y los niños abrían unos ojos como platos, medio alarmados, medio ilusionados.
¡Tachan! Después de un poco más de teatro sobre lo que se oía o dejaba de oír, Carolina o su madrina subían la persiana y ¡ooooh!
Ese año el padre de Aura y Varo no estaba. Había aceptado hacer guardia esa noche, que los Reyes cobran una "mordida" que no veas y hacen falta pelas... Carolina llevó los regalos a casa de su tía y madrina un día antes, con lo que fue sola con sus hijos.
El primo de Carolina les llevó a casa después de la cena, en el coche de su padre y al pasar por una calle adyacente, vieron a los Reyes Magos entrando tan campantes por la puerta de un edificio.
-¡Mamá, ya vienen! -dijo el pequeño Varo alarmado, pues sabía que si no estaba en su cama pasarían de largo. Cosas de Carolina para que se durmiera enseguida.
-Tranquilo, están en este barrio, el nuestro está más allá. Aún no han pasado.
Y el primo de Carolina apretó el acelerador a instancias del niño.
Llegados a casa, Varo subió las escaleras a toda pastilla, seguido de su hermana mayor mientras Carolina se despedía de su primo y le daba las gracias.
Una vez en casa, donde no había vestigios del paso de los Magos, Carolina instó a sus hijos al ritual anual: pan seco y un lebrillo de agua en la galería, sobre la lavadora. En casa de Carolina nunca faltó esto para "los cansados camellos de SSMM".
Aura se llevó a su hermano a la cama (compartían habitación, en literas) A sus diez años ya sabía que debía entretener al pequeño y no dejarle salir de la habitación mientras la madre iba sacando los paquetes y exponiéndolos sobre la mesa del comedor.
En eso estaba Carolina, cuando su hija asomó la cara por la puerta de su habitación.
-¿Qué pasa? ¿No se duerme el niño?
-Sí, lleva rato dormido, pero es que oígo cosas...
-¿Qué cosas? ¿Ya están las de arriba tocando las narices? -Carolina carecía de audición.
-No. Es una cosa rara...
-¿Cómo de rara? Explícate.
-Jadeos, reniegos. Me parece que viene de la galería y que cada vez erán más cerca.
-¿Cada vez más cerca?
-Sí, eso me parece.
-Tranquila, iré a ver. Vuelve a tu habitación y no te separes de tu hermano, pase lo que pase, oigas lo que oigas.
Carolina apagó la luz del estudio. No podía verse desde la galería, pero a ella le servía para moverse en el comedor.
Una vez en la galería, apartó con cuidado la cortina de plástico azul para mirar fuera. ¡Otia, un Rey Mago!
Su Majestad se asustó tanto al verla, que casí se cae de la cuerda por la que trepaba. En un reflejo instintivo, Carolina lo pilló por el pescuezo de la capa y lo ayudó a izarse sobre la lavadora, envíando al carajo el pan y el agua.
-¿Coño haces aquí? -preguntó furiosa a "SM"
-Señora... señora... dejéme respirar... ¡Cof! ¡Cof!
-Respira pronto, o te empujo abajo. Tú mismo...
-Que sí, que sí...
Estaba tan asustado, que lo contó todo. "El Ñato", "El Pecas" y él se habían disfrazado de Reyes Magos para entrar en domicilios, dado el auge de empresas que ofrecían este servicio.
-¿Y robar jueguetes a los niños os compensa? -preguntó Carolina
-Todo. Porque hay muchas Play Station, televisores, ordenadores... Muchas cosas caras.
Al final acabaron detenidos cuando Carolina llamó al timbre de su amiga y vecina para que llamase a la policía. Eso sí, llevando al flamante "Rey Mago" por el pescuezo.
Varo no se había enterado de nada, pero Aura no se perdió ripio, escuchando detrás de la puerta y al día siguiente vio a su madre con otros ojos.